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Las ciudades ya no son lo que eran. Y no lo serán, cada vez más. El futuro no está en el mismo sitio que el pasado, ni las calles que nos llevan hasta él son las mismas. Y no se puede, así, planificar y pensar ... las cosas con los mismos criterios que en 1980.
Apoyo, pues, con armas y bagajes la decisión del Ayuntamiento de Logroño de echar marcha atrás y olvidarse por fin del túnel de Duques de Nájera con Vara de Rey. Lo apoyo porque es lo más lógico, para ahora y para el futuro. No, no habrá más atascos: échenle un vistazo si quieren a la rotonda de Chile con Duques de Nájera, y verán a qué me refiero: el tráfico es el mismo (o mayor) y los atascos no son significativos.
Y sobre todo, es un paso decidido en una dirección totalmente correcta: la de la ciudad sostenible, en la que el coche no es el protagonista principal sino sólo un actor más. Un túnel así sólo vale para meter cuantos más coches posibles. Una solución en superficie abre todas las posibilidades para una ciudad en la que el transporte público y ciclista debe ir ganando posiciones en las mentes de los planificadores. Sí, también de los técnicos municipales.
Felicito, pues, a quienes han tomado una decisión para la que hacen falta dos cosas: coraje y mayoría en el Pleno. El PP de Gamarra quería esta solución (la rotonda) pero tuvo que comerse el túnel porque no tenía esa mayoría. El PSOE de Beatriz Arraiz sí quería ese túnel, y votó por él. Ahora, el PSOE de Hermoso no quiere el túnel, y el PP de Conrado Escobar parece que sí. En fin: la politiquería nos ha traído hasta aquí, y espero que nos sirva de lección. Aunque esta vez parece que el final vaya a ser el correcto.
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