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El mapa de las oficinas para compartir

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Coworking. Con las iniciativas públicas en un momento de reorganización, son las privadas las que ofrecen espacios equipados a quienes arrancan un proyecto y a las empresas que no pueden o no quieren pagar locales enteros

Domingo, 27 de febrero 2022, 01:00

No todo el mundo puede arrancar un proyecto desde la salita de su casa. Ni todas las empresas pueden recibir a sus clientes sin una sede física en la que poder ofrecerles una silla para charlar. Ni todas las firmas pueden tener una sede o una dirección en cada ciudad en la que quieren hacerse un hueco. En estos momentos, las iniciativas públicas que venían proporcionando un espacio a quienes lo necesitan para trabajar están en proceso de reorganización. El vivero de empresas –específico para convertir en realidad proyectos con buenas expectativas de futuro– que la Agencia de Desarrollo Económico de La Rioja (Ader) tenía en La Fombera permanece en suspenso desde que irrumpió la pandemia, señala su gerente, Luis Alonso. En cualquier caso, la agencia posee un centro de coworking en la calle Hermanos Moroy en el que ahora conviven hasta 25 empresas –pueden hacerlo un máximo de dos años– y aún cuenta con algún hueco por si otras lo precisaran. Para seguir promoviendo el emprendimiento, la Ader está dando los pasos oportunos para tratar de abrir en el próximo mes de junio un nuevo vivero que, esta vez, estará en la calle Lope de Vega, en el barrio de Cascajos.

El Ayuntamiento, por su parte, no posee en estos momentos ninguna fórmula para este tipo de situaciones, si bien, dada la demanda que le transmiten desde estudiantes hasta empresas, confirma la concejala del área, Esmeralda Campos, está planeando su vivero de empresas para el desarrollo de nuevas iniciativas en el colegio San Bernabé, en el barrio de la Villanueva, y su espacio de coworking, posiblemente, en la primera planta de la plaza de abastos. La administración logroñesa sabe de la necesidad de contar con una dotación así desde hace años, cuando cedía a entidades que lo precisaban los tres huecos que le resultaban en un pequeño edificio municipal en la calle Boterías, en desuso desde hace mucho. La última iniciativa al respecto se situó en el edificio Smart, el que fue de Químicas en la calle Obispo Bustamante, pero ya tampoco funciona.

«En estos momentos no hay ningún espacio municipal disponible», apunta Esmeralda Campos, quien señala que, si en ocasiones, desde el Consistorio se ha mostrado preferencia para las iniciativas de innovación para la dotación que se plantee en el barrio de la Villanueva, no hay nada cerrado al respecto.

Flexibilidad

Así, distintos establecimientos privados están cubriendo ese hueco, cada uno con sus especificidades. Coworking La Colmena, en Calvo Sotelo, es uno de los decanos con sus seis años de antigüedad. Su responsable, Jesús De Pablo, detecta demanda. Sus clientes son gente de entre 25-30 años y 40-45 que está arrancando un proyecto como trabajadores por cuenta propia o empresas que están realizando una actividad, como por ejemplo unas obras, que además necesitan temporalmente un espacio equipado con reprografía o personas que trabajaban en casa hasta que ya no puede ser y deciden que han de salir de su domicilio. En sus dependencias ha habido aparejadores, informáticos, diseñadores gráficos, tipógrafos... Quienes acuden a sus instalaciones suelen contratar al menos por seis meses pero también los ha habido que se quedan tres años. Tienen sus llaves y trabajan cuando lo necesitan.

«Con el COVID, el vivero de La Fombera quedó en suspenso, pero tenemos un espacio en Hermanos Moroy que comparten 25 empresas»

Luis Alonso | Gerente de la Ader

«Por aquí han pasado desde aparejadores, informáticos, diseñadores gráficos, tipógrafos, personal de obras que necesita reprografía...»

Jesús de Pablo | Coworking La Colmena

También entre los clientes de Coworking Rioja, en República Argentina, junto a la Gran Vía, se encuentran firmas que permanecen durante estancias largas. Mencionan además el caso de empresas de fuera que prefieren no tener que pagar un local entero por un tiempo limitado y que, sin preocuparse de más, se encuentran despachos o la sala de juntas equipados y listos para ser usados. Además, el empleado que se desplaza no se encuentra solo en otra ciudad, sino que halla ambiente laboral.

En Oh!ffice, en la calle Club Deportivo, terminaron las obras de los seis despachos y la sala de la que disponen para poder abrir sus puertas en abril del año pasado y la acogida fue de las buenas, relata Teresa Juárez. «Había necesidad», calcula ella, quien apunta que quien acude a las oficinas que alquilan puede hacerlo durante las 24 horas del día, los 365 días. De hecho, cuenta como estas navidades tuvo clientes que venían a pasar las fiestas, desde Canarias, desde Canadá... pero a la vez necesitaban trabajar y pudieron hacerlo las dos semanas que requerían.

Así, presume de flexibilidad, aunque también se hacen contratos de un año, que aprovechan autónomos y pymes que están empezando o firmas consolidadas que lo precisan por un tiempo y que, en ambos casos, pueden desempeñar actividades de lo más variadas que, en su caso, han sido desde ingeniería a psicología. ¿Hay quien se cuelga los títulos acreditativos de sus estudios y experiencia? Sí, claro, o que personaliza el espacio con fotos familiares o alfombras a su gusto.

«En este momento no hay ningún espacio municipal disponible, pero se nos transmiten dos demandas: un vivero de empresas y espacios de coworking»

Esmeralda Campos| Concejala de Economía

«Ofrecemos flexibilidad. Se puede entrar a trabajar el mismo día que se alquila. Hay quien trae el título, fotos o una alfombra para estar más cómodo»

Teresa Juárez | Oh!ffice

En Método Marketing, en la calle Mayor, hablan de coworking ocasional. Porque en su espacio se hacen más cosas. Ofrecen desde alojamiento a consultoría. «Nos gusta recibir gente», señala Ainhoa Arias. Lo más habitual, en su caso, es la reserva de la sala para llevar a cabo reuniones, pero también han recibido a personas de fuera durante unos días... El primer día ofrecen sus dependencias gratis para que quienes acudan comprueben que se van a encontrar a gusto.

Se han probado distintas fórmulas y no todas han salido adelante. Coworkids, que además de espacio laboral ofrecía conciliación familiar con espacio también para los menores de la casa, no sobrevivió a la pandemia. Las familias optaron más por los bonos de guardería, señalan.

En varios de los establecimientos consultados coinciden en que quienes acuden a ellos no han ido previamente a pulsar las iniciativas públicas, en estas fechas más bien escasas en lo que a huecos se refiere. Quizá por más privacidad, comentan.

Financiación, propiedad industrial y otras necesidades

Quienes emprenden precisan muchas cosas. Espacio, sí. Asesoramiento, también. Cuenta Luis Alonso, el gerente de la Agencia de Desarrollo Económico de La Rioja, que ahora, en una visita a sus instalaciones, sale uno empresario, es decir, con todos los trámites precisos hechos. También se encargan de informar en materia de protección de la propiedad industrial –las marcas, patentes, diseño industrial...– y la intención es profundizar en las acciones en materia de financiación, que si ya se realizan a través de Iberaval, Enisa, Microbank, ICO, Líneas financieras Ader, Ricari... ahondarán en la financiación adicional.

Desde el Consistorio recuerdan que existen ayudas a emprendedores y que la intención es volverlas a convocar este año y, si por un lado recogerán una línea genérica, habrá otra específica para iniciativas en el barrio de la Villanueva.

El emprendimiento se ha constituido como una salida laboral para gente joven y que no lo es tanto, porque acuden a él personas con una media de 35-45 años, refiere Luis Alonso. Estas personas se vuelcan tanto en profesiones tradicionales como en nuevas iniciativas, como las relacionadas con las nuevas formas de producción y de consumo energético. Tienen que crecer, augura él, las que se dediquen a monitorizar procesos industriales.

¿Cuánto duran estas iniciativas? Hay un momento crítico cuando cumplen entre dos y tres años. Entonces, una de cada tres desaparece. No quiere decir que las personas que han participado en ellas se queden sin empleo. Las empresas han podido converger con otras, reconvertirse o quienes las han impulsado cambiar de trabajo.

Con la mayor implantación del teletrabajo, hay riojanos afincados en otros lugares que pueden querer volver a realizar sus tareas aquí y habrá que dar facilidades a quienes desean regresar, indica también el responsable de la Ader.

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