Un manto distinto, de color negro, sin bordados, rematado por una puntilla dorada en todo su contorno, será el que luzca este Viernes Santo la Cofradía de Nuestra Señora de la Virgen de la Soledad durante la procesión del Santo Entierro. Una pieza significativa, a ... la par que provisional, ya que la perspectiva que manejan desde la cofradía es que solo sea utilizada este año, todo debido a que su tradicional joya procesional se encuentra inmersa, desde el pasado mes de julio, en una restauración integral.
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De ahí el maremágnum de emociones que afloran durante la Semana Santa. «Para la Cofradía es una sensación muy extraña que la Virgen de la Soledad no vaya a llevar, por primera vez en 74 años, su manto procesional», reconoce Ángel López, miembro de la Junta de Gobierno de la Cofradía de Nuestra Señora Virgen de la Soledad. Una sustitución temporal que supone, por tanto, «una especie de vacío y tristeza por la ausencia, pero también un orgullo y una esperanza de que para el año que viene esté ya restaurado; a salvo del deterioro producido por el tiempo y el uso, que amenazaban la integridad del manto».
Su daño era irreversible y, de no haberse puesto ya remedio, no se hubiese podido sacar más en procesión. «Si no lo hubiésemos llevado a restaurar, tampoco lo hubiésemos podido sacar en procesión», asegura López. Su terciopelo negro presentaba, de hecho, varias zonas deterioradas por el roce, algunas de ellas incluso estaban desgastadas por la manipulación de esta gran pieza de tela que hay que transportar, en algunas ocasiones doblada. No solo eso: las inclemencias meteorológicas de estos años, sobre todo en aquellos puntos del recorrido donde era muy complicado guarecer el paso, también provocaron que su forro interior se encogiese.
Por todo ello, además de por sus casi tres cuartos de siglo de uso, el manto corría el riesgo de sufrir un desgarro completo que podía afectar a la propia obra de los bordados, cuya reposición resultaba (y resulta) totalmente inasumible. Ante esta situación, se procedió, tras la aprobación por parte de la Asamblea General de la Cofradía, a propuesta de la Junta de Gobierno, a la restauración de la pieza, considerada «una obra de arte única» y «una de las joyas» de la Semana Santa de Logroño, en el taller del distinguido artesano malagueño Sebastián Marchante. En él, se llevará a cabo el «traspaso» de cada uno de los bordados de la tela a otra nueva. Y todo, tras la elaboración de un «mapa» a escala natural del manto completo, que permitirá disponer de «un soporte para reconstruir y colocar los bordados, cuando estén restaurados, en el nuevo manto, respetando la situación que tenía cada bordado en el original».
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La restauración, que comenzó el pasado año, supone un gasto de 50.000 euros, del que ya se ha cubierto el 60% a través de las donaciones –de las que se puede desgravar un porcentaje en la Declaración de la Renta– y las aportaciones de la Cofradía. La previsión es que culmine en 2024, antes de Semana Santa, coincidiendo con el 75 aniversario de la primera salida de esta pieza a la calle. Para ello requerirán, no obstante, de la imprescindible ayuda de todos los logroñeses para poder terminar a tiempo la restauración del manto de la Virgen de la Soledad.
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