Mazapanes de Soto Segura pone rumbo a Villamediana
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La empresa de dulces afronta su última campaña en el obrador donde han estado 48 añosMazapanes de Soto Segura afronta estos días su última campaña de Navidad en su fábrica de la calle Paula Montal antes de poner rumbo a su nueva ubicación en el polígono industrial Puentemadre, de Villamediana, aunque su desembarco (trabajan cuatro meses al año) no está previsto hasta la próxima temporada de 2021. Con la mudanza duplicarán su espacio y renovarán el 80% de su maquinaria, toda una apuesta con la que pretenden mejorar la producción de estos reconocidos dulces que, eso sí, no cambiarán ni un ápice de su fórmula ancestral. Mazapanes Segura mantendrá la tradición a la vez que avanzará en la vanguardia en sus instalaciones. La mudanza pondrá fin así fin a una etapa de 48 años en Logroño, donde la saga familiar heredera de Bartolomé Segura hacia finales del siglo XIX han convertido los mazapanes en algo imprescindible en muchas mesas. Pero las estrecheces de espacio, unido a su incómoda ubicación en una zona en pleno cambio urbanístico terminó por empujarles a buscarse la vida. Y la encontraron en Villamediana, donde actualmente están construyendo una amplia, moderna y eficiente nave de 4.000 metros cuadrados, que contará con placas fotovoltaicas para la producción de energía y un equipamiento industrial totalmente renovado que entre otras mejoras, acortará el proceso de producción, lo que permitirá empezar la fabricación de los dulces en unas fechas más pegadas a la Navidad «para que el producto llegue más fresco».
En la empresa sabían que se tenían que ir, pues la falta de espacio les obligaba incluso a hacer turnos, aunque ha sido el PERI industrial de esta zona el que les ha empujado a «hacerlo cuanto antes», señala César Río, cuarta generación y actual gerente de este negocio familiar. «No cabe duda de que aquí estábamos más cómodos, la mayoría de los trabajadores viven cerca. A partir de ahora tendremos que coger el coche pero a cambio vamos a mejorar la forma de trabajar, nuestro trabajo es muy artesanal, trabajamos con muchos hornos y las medidas de seguridad cada vez eran más complicadas».
La empresa ha encontrado una solución en Villamediana después de desechar mudarse a Las Cañas, donde tenían incluso un proyecto adaptado para ese lugar. «Pero aquello está abandonado, las cajas de electricidad arrancadas, no han llegado industrias...», relata César Río. Mientras el proceso de cambio está en marcha desde hace meses (estos días levantan el tejado de la nueva fábrica), la actividad sigue frenética estos días en Paula Montal para sacar adelante la actual campaña, que este año empezó antes que nunca, en agosto, para poder reorganizar mejor los turnos por el COVID. «Hemos querido ser muy precavidos y se ha reducido la plantilla de 38 empleados a 22 para evitar contagios, lo que organizativamente ha sido muy trabajoso, pero estamos saliendo adelante con la producción». La previsión es elaborar más de 200 toneladas de mazapanes. Una cifra de vértigo, aunque lo cierto es que este año el negocio se ha visto resentido. «La incertidumbre en torno a cómo se van a festejar las navidades nos está afectando, no hay la alegría de otros años, la venta en los supermercados va muy lenta y también hemos notado el cierre de la hostelería, se ha movido menos gente y eso se ha notado en nuestra tienda», resume César.
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