Un Logroño en miniatura

«Llevamos dos años de trabajo y más de 5.000 horas invertidas», señala el presidente de los belenistas Javier Jiménez, satisfecho con la forma que ya va tomando el que han llamado Belén del V Centenario, aunque eso sí después de muchos desvelos e incontables horas de cúter y soldador. «Ha sido una locura de trabajo, solo los tejados llevan 300.000 tejas, y la dificultad a la hora de recortar tantas ventanas y puertas ha sido máxima», señala.

Se trata de un trabajo que los tiene atrapados y en el que están poniendo lo mejor de cada uno (colaboran reconocidos especialistas como el albeldense Francisco Javier Cámara o Máximo Rodríguez, autor del puente de piedra), ya que quiere ser la particular contribución de la Asociación de Belenistas a los actos de celebración del aniversario del Asedio de los franceses a la ciudad, que comienzan en enero. «Pensamos que era una buena idea dedicar un belén a Logroño, que este podía ser nuestro particular homenaje. Poco a poco nos fuimos ilusionando con el proyecto y, al final, no hay un día en el que no se trabaje en el belén, hasta en agosto...».

El hilo conductor es el Camino de Santiago a su paso por Logroño y para ello los belenistas proponen una ruta (visual) que comienza con la entrada a la ciudad por uno de sus emblemas: el puente de piedra (el antiguo) y continúa por la calle Mayor, hasta adentrarse en pleno casco antiguo, donde gracias a las recreaciones de símbolos de la ciudad como la ermita de San Gregorio, el Monasterio de la Merced, el Ayuntamiento de Juan Lobo... es como si el pasado aún se respirara en las calles. «Nos hemos ayudado de planos, también hemos ido al Archivo para documentarnos y, sobre todo, hemos fotografiado mil veces cada edificio para que no se nos escapara ningún detalle». Son maestros en lo suyo, pero querían la perfección. «Hemos tenido que empezar de nuevo mil veces, pero hemos buscado la perfección en los detalles, también de los que quedan ocultos a la vista». El belén está repleto de referencias y verlo requiere su tiempo: «Queremos que la gente se pare, que se fije en los detalles, en ese callejón, en esa fachada o esa balconada por la que ha pasado mil veces sin reparar en ella». En total, son cientos y cientos de piezas puestas una a una con las que, además, se invita a descubrir un Logroño multicolor. «Las fachadas son una sucesión de colores lo que pasa es que no nos fijamos».

Quien se pase a admirar este Logroño en miniatura reconocerá, entre otros, la Biblioteca de La Rioja, la antigua tabacalera con su patio interior, pero también podrá apreciar el Parlamento con su puerta original, las vidrieras y la campanas de La Redonda, los cañones que miraban al norte desde el Revellín.... «Lo tenemos todo ya muy avanzado, pero quedan muchas viviendas por hacer, ventanas por recortar... El 5 de diciembre nos dejan los salones para empezar el montaje, que nos llevará una semana. Siempre hay filas, el año pasado contabilizamos 48.000 visitas..., pero teníamos que hacer algo diferente para seguir despertando interés».

Aunque son muchas las piezas que sorprenden por su representación fiel del edificio original, el puente de hierro es uno de los que destaca por su minuciosidad y por tratarse del último trabajo realizado por el belenista Javier Montoya, fallecido en febrero.

«Lo hizo en su casa, en pleno tratamiento. Para lograr el efecto del barandado, se fue allí y sacó una fotografía que pasó a papel en tamaño pequeño..., luego fue recortando el dibujito uno a uno con el cúter: 52 en cada lado. Suya es también la fachada de San Bartolomé, fantástica». Los belenistas ultiman estos días la que es, sin duda su gran obra maestra. Para admirarla se podrá visitar el local de la ESDIR desde el 14 de diciembre. A quienes se animen a ir a contemplarlo una última recomendación: no hay que perder detalle de los pórticos. «Están muy trabajados. Detrás de San Bartolomé, Palacio, Santiago y La Redonda hay grandes artistas, perfeccionistas por demás...», resume Javier Jiménez, quien no puede dejar de señalar la aportación de Francisco Cámara, responsable de todo el proyecto y autor de la concatedral y la Plaza del Mercado.