La segunda vida de Imprenta Torroba

En su nueva andadura, ahora en Quintiliano, 9, no solo se mantendrá vivo el espíritu de los Torroba -de hecho uno de ellos, Jesús, sigue vinculado como trabajador-, si no que seguirán utilizando algunas de sus máquinas más emblemáticas, como un modelo de los años 50, «que sigue como el primer día».

Con la tercera generación llevada por otros derroteros profesionales, algunos viven en el extranjero, (hay un químico, un ingeniero-profesor...), los dos hermanos (Antonio estaba jubilado) tenían todo preparado para poner fin al negocio que su padre emprendió en la calle Mayor en 1945. Pero esto fue hasta hace unos meses. «De repente, aparecieron como caídos del cielo, se enteraron que cerrábamos, nos propusieron comprar la imprenta y luego todo ha ido rodado, con un entendimiento estupendo desde el primer momento», señala José Julio, satisfecho de poder dar el relevo a dos profesionales con experiencia y con los que comparte la misma filosofía de trabajo, basada en mantener la imprenta clásica, con su parte artesanal, aunque adaptándose también a las nuevas tecnologías requeridas por el mercado.

Durante estos días es inevitable que el segundo de los Torroba, recién estrenado en la jubilación, eche una mirada nostálgica hacia esos años de la tinta, cuando empezaron en la calle Mayor, en torno a la cual se concentraban entre 8 y 10 imprentas. Hacían todo tipo de trabajos, desde la clásicas cartas a facturas, sobres, hasta libros de autores riojanos. «Ahora, en la feria del Libro Antiguo encontré uno de ellos impreso por nosotros en 1951», señala satisfecho. Pero de sus máquinas también salieron multitud de carteles, de los Sanmateos, de los festivales de pelota..., «pero también de las fiestas de infinidad de pueblos». Torroba vivió los años dorados de la imprenta, cuando las tiendas de ultramarinos anunciaban sus promociones semanales en atractivos carteles, con tipografías realizadas letra por letra.... «Teníamos nuestro propio dibujante, era lo habitual en este negocio, todo se hacía mano... Igual le encargabas unas letras que le decías: ¡Oye hazme un dibujo de una gaviota que lo necesito para AP».

A diferencia de hoy en día en que toda la propaganda electoral se gestiona desde Madrid, en la Transición los partidos llegaron a ser uno de los principales clientes, sin olvidar a los vecinos de calle: UGT y CCOO. «Sobre todo hacíamos impresos y papeletas para Alianza Popular y el Partido Comunista, cada uno tenía su máquina», rememora.