Ha sido un auténtico milagro», «¡Menos mal que no pasaba nadie por la calle! ¡Si es por la tarde, con las terrazas llenas, no sé lo que hubiera pasado!...». La caída de un andamio en plena calle Teresa Gil de Gárate, a escasos metros de ... la Gran Vía y en una zona plagada de bares con terraza, pudo acabar ayer en tragedia. Sin embargo, el azar hizo que el aparatoso suceso se saldara con dos heridos leves: el jefe de la obra, que se encontraba subido en la estructura, y el operario encargado de controlar el paso de los peatones. «Solo tengo heridas en la cara y el brazo», afirmaba el primero intentando quitar hierro ante lo que acaba de ocurrir y antes de ser trasladado al San Pedro. El hombre, que se encontraba en ese momento retirando el polvo de la obra con una manguera, había sido alertado por los trabajadores de que se bajara, porque se veía que se movía la fachada. El suceso tuvo lugar poco antes de las diez de la mañana al vencer la fachada del inmueble en plenas obras de derribo y arrastrar el andamio que la protegía hasta caer en plena calle y alcanzar de lleno la fachada del nº 3 de esta céntrica calle, así como el establecimiento de alquiler de furgonetas Racing, de donde fortuitamente acababan de retirar un vehículo.
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La caída de la estructura levantó una gran polvareda y dejó la calle con un amasijo de hierros y escombro, entre los que se podían distinguir tres farolas arrancadas de cuajo y los forjados de ventanas y balcones. El propietario del bar Neska, a escasos tres metros, se encontraba atendiendo a un cliente en la terraza cuando empezó a ver que algo fallaba en la estructura del edificio que acabaría por venirse abajo ante sus ojos. «El estruendo ha sido enorme, la gente se ha puesto a correr asustada sin saber muy bien qué ocurría», relataba con el susto todavía en el cuerpo. «Llevábamos días comentando que la fachada se movía...».
El suceso, en el que intervinieron hasta tres dotaciones de bomberos, pasó sin embargo prácticamente inadvertido para los vecinos del nº 3 de esta calle, ya que en ese momento no se encontraba ninguno en el inmueble sobre cuya fachada se desplomó parte de la estructura. Por fortuna no hubo daños. «Estábamos todos fuera, pero, claro, no dejamos de pensar lo que podía haber ocurrido», señalaba el presidente de la comunidad. Las obras de derribo, para las que se contaba con los permisos y dirección facultativa, previas a la construcción de nuevas viviendas, se iniciaron hace unas semanas y ya permiten ver el esqueleto del inmueble. Ayer se podía ver maquinaria pesada en el interior. «Creemos que la vibración ha podido desencadenar el derrumbe», se atrevía a aventurar uno de los trabajadores.
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