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Un 'techo' tanto para el sol del verano como para la lluvia del invierno. Una cubierta textil, de poliéster, con pilares, travesaños, arcos o cualquier ... otro elemento de sujeción, amén de cables, en acero; «proyectada según lo que establece el Código Técnico de la Edificación en lo que se refiere a la acción del viento y carga de nieve».
Así lo recoge el pliego de prescripciones técnicas para la sustitución del área de juegos infantiles del parque Rosalía de Castro, el que se ubica entre las calles Piquete, Estambrera, Juan Boscán y Pedregales. El documento en cuestión ya está listo para su próxima licitación, que saldrá a concurso por un presupuesto total de unos 140.000 euros (IVA incluido).
De esta manera, el Ayuntamiento de Logroño dará cumplimiento a lo anunciado en el reciente Debate sobre el estado de la ciudad por Conrado Escobar, donde avanzó «las próximas actuaciones de mejora» en los barrios de la capital de La Rioja, entre las que se incluía que se cubriría el citado parque infantil de Cascajos.
Obra. La actuación se basa en sustituir suelo de caucho y elementos de juego obsoletos y fuera de normativa por su estado deficitario, además de la inclusión de una cubierta textil.
Cubierta textil. El 'techo' se deberá proyectar según lo que establece el Código Técnico de la Edificación, en lo que se refiere a la acción del viento y carga de nieve. Dicho suministro deberá incluir el proyecto de ejecución redactado por un ingeniero técnico.
Características. Membrana de la cubierta en tejido de poliéster, de alta resistencia, con un peso mínimo de 950 gramos por metro cuadrado, recubierto de PVC por ambas caras, con determinada resistencia al desgarro y al fuego, lacado interior y exterior PVDF, color blanco translúcido... y con garantía del fabricante mínima de 15 años.
La necesidad de proteger estas áreas lleva tiempo en la agenda municipal, recurrente demanda vecinal que el PP incluyó en su programa electoral de cara a las pasadas municipales «de modo que protejan a los menores mientras juegan de los rayos UV, así como de otras inclemencias climatológicas» –en palabras del hoy alcalde–.
Por ello, el futuro parque cubierto de Rosalía de Castro aspira a ser el modelo para los otros –nada que ver con las pérgolas de la plaza México– y, dependiendo del resultado final, el Consistorio capitalino apostará por «replicar su tipología» al resto de la ciudad. «Somos conscientes de que, visto el primero, y por alguno teníamos que empezar, se sucederán las peticiones pues tanto la necesidad como la demanda están ahí», reconoce el concejal de Medio Ambiente, Jesús López.
López, al respecto, explica que se han analizado las diferentes soluciones (descartando cubiertas rígidas que elevarían su coste hasta los 200.000 euros) optando finalmente por cubiertas textiles, y dejando abierto el concurso «a la imaginación de los licitadores» que serán los encargados de definir la tipología cumpliendo siempre con una serie de características: cubierta «a base de tejido de poliéster de alta resistencia (...) con estructura en acero» de un coste estimado de alrededor de 60.000 euros sobre la totalidad de la superficie de juegos infantiles.
«Son cubiertas con varios años de durabilidad, que siempre se pueden reemplazar en caso de deterioro», precisa López, quien en cualquier caso añade que los planes municipales pasan por la sustitución de los juegos en sí apostando abiertamente por «renovaciones integrales» –a un ritmo de tres 'zonas' por año incluyendo en cada reforma la correspondiente cubierta–.
Jesús López
Concejal de Medio Ambiente
Así, «los licitadores deberán presentar un proyecto técnico con memoria y planos en planta y 3D, con exposición breve, concisa y clara de la opción propuesta, la cual describirá la solución adoptada indicando los criterios adoptados, los razonamientos realizados, conclusiones obtenidas y los recursos a emplear» –reza el mismo pliego–.
Y todo ello, «de acuerdo a las necesidades técnicas y peticiones ciudadanas», y con el precedente de lo sucedido con la pérgola existente en El Campillo, en el paseo de Las Norias, frente al Adarraga. «Era un textil que por su diseño acumulaba agua deteriorándose, por lo que finalmente se sustituyó con placas de policarbonato», recuerda el propio López.
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