Exterior de la plaza, en los años sesenta. L.R.
La Retina

El futuro que busca el mercado de San Blas

La plaza de abastos, que acaba de cumplir sus noventa años, llega a 2021 con la licitación de sus puestos que organizar y con su dinamización pendiente

Sábado, 13 de febrero 2021, 09:19

Noventa años después de su apertura, la plaza de abastos de la capital, el mercado de San Blas, tiene el reto no solo de sobrevivir en un entorno que ha sido implacable con los mercados tradicionales sino de convertirse en locomotora de un centro ... histórico que hace ya tiempo que espera que lo sea.

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Y todo ello una vez que ya se ha manejado mucha información para articular un futuro que debía -debe- llegar este 2021, fecha en la que obligatoriamente han de renovarse, vía licitación pública, todas las concesiones de los puestos. Durante años, se ha estado discutiendo si reformarla mucho o poco, si profesionalizar la gestión, qué usos darle en los espacios vacíos... Ha habido estudios más grandes y más pequeños, ofertas de empresas dedicadas a transformar los mercados de otras ciudades... y, al final, ha llegado el momento porque las concesiones a los comerciantes serán improrrogables el 31 de diciembre.

Las partes, Ayuntamiento y vendedores, siguen pensando qué hacer para dinamizar uno de los lujos de la capital, el edificio que el arquitecto Fermín Álamo, con Mariano Yuste como contratista, levantó en la hasta entonces Plaza de la Verdura en tiempos del alcalde Ramón García Martínez. Ochocientas mil pesetas costó, cien mil más de las previstas. El agua que se encontró en el subsuelo tuvo la culpa, relata Jerónimo Jiménez, quien fue cronista de la ciudad, en su libro 'Las calles de Logroño y su historia'. El 16 de diciembre de 1930 se levantó la persiana.

Tras estudios y ofertas de empresas que han cambiado otros mercados, la plaza seguirá siendo de gestión municipal

Que ninguno de los modelos nuevos analizados haya cuajado quiere decir que el que existe gusta -o disgusta menos que otros- a los interesados, que la gestión seguirá siendo municipal, que las obras que se hagan no serán integrales y que las nuevas actividades culturales, lúdicas, de negocios, lo que sea que se promueva para dar vida a las plantas vacías tendrá que caber en los huecos que hay, con los retoques posibles, porque en este edificio protegido no se puede hacer cualquier cosa.

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El mercado, en vísperas de la Navidad de 1959. Archivo municipal

En cualquier caso, lo primero será «dar tranquilidad» a los comerciantes, como dice la concejala del área, Esmeralda Campos. Es decir, sacar los puestos, todos, adjudicar los que se soliciten y que, con las concesiones nuevas de fecha 1 de enero de 2022, estos puedan hacer las inversiones que precisen sin la espada de Damocles del concurso que estos últimos años han tenido pendiente. Las condiciones de la licitación se conocerán en unas semanas a lo sumo. Estas tramitaciones pueden liarse y hay que ir con tiempo. Pero, a la vez, habrá que ir cerrando, aunque sean procesos separados, cómo mejorar la plaza, cómo darle aire, para que siga cumpliendo muchos años más.

Y, así, los cronistas oficiales, como contaban que, casi sesenta años después de su apertura -1989-, el edificio se sometió a unas importantes obras de rehabilitación tanto exterior como interior para modernizarlo con 300 millones y que en 1994 recibió el Primer Premio Alimentos de España por la excelente calidad de sus productos, podrán relatar muchos hitos más.

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