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Dadas las agradables temperaturas y el confinamiento perimetral de la ciudad, Logroño salió ayer en masa a sus parques. Los espacios verdes de la capital riojana han multiplicado durante el fin de semana varias veces su número habitual de paseantes.
Así, lugares como el parque del Ebro se han convertido, por gracia de la limitación de la movilidad, en una suerte de nueva Gran Vía 'verde'. Había tal cantidad de caminantes que, algunos pasos como la pasarela peatonal sobre el Ebro o la escalera y la rampa para salvar las obras del puente de Piedra, actuaron en algunos momentos como embudos, por los que los caminantes debían avanzar en fila india.
Y es que, con los bares cerrados y la imposibilidad de traspasar los límites del término, muchos logroñeses no vieron más opción que pasear si querían sentir los rayos del sol con que nos obsequió el fin de semana. «Hubiéramos estado mejor en una terracita, pero no queda otra», reconocía Marisa, quien quedó a media mañana para caminar por la ribera del Ebro con su amiga Inés. «Por vernos y por hacer algo de deporte, porque si no en casa metida te pasas todo el día comiendo», afirma la segunda.
No fueron el único grupo de amigos que pensaron en caminar por un espacio verde para encontrarse y entretener la mañana. «Normalmente quedábamos a tomar unas cañas y hacíamos deporte de forma individual o con nuestra pareja; pero ahora mismo no tenemos otra opción que salir a andar si queremos juntarnos», indican Bea, Carlos, Kiko y María.
Pese a que hubieran preferido «pasear y terminar la mañana tomando un vermú», este grupo de dos parejas acataba las restricciones y se conformaba con salir a pasear. «Con el día que hace, teníamos que aprovechar; porque si no todo es trabajar», señalan.
Además, los paseos son mucho más que andar. Muchos sacaban su móvil para sacar fotos, algunos niños lucían aún sus atuendos de Halloween y alguno elevaba la vista hacia el monte Cantabria, en cuya cumbre también se divisaba a muchas más personas de lo habitual.
«La gente necesita salir», admitía Ana, quien había quedado con su amiga Bea. «Si no hubiera limitaciones, me hubiera ido a la playa con este día. Pero esta pandemia nos está haciendo olvidarnos de nuestros planes. Sientes que toca sobrevivir más que vivir», concluye.
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