«Hay que convivir con los coches, pero quitándoles algo de protagonismo»

– A veces parece que la gran política vaya por un lado y la política real, la de los municipios, por otro.

– Al final los ciudadanos estamos próximos a nuestros ayuntamientos y estos son los que reciben las necesidades de primera mano. Siempre tenemos esa capa a veces superficial que puede generar ruido, pero sí que es verdad que desde las alcaldías, con esa sensibilidad municipalista, tenemos que recoger esas necesidades de los ciudadanos y hacer política real, política de madre, política de padre, política de hijos que demandan educación, nuevas formas de relacionarse, de ocio.

– ¿Y ya se va acortando ese déficit de atención por parte del Estado del que se quejaban siempre los municipios?

– Notamos que esa sensibilidad cada vez es mayor. El porcentaje que hemos recibido de fondos europeos ha crecido, ha llegado al primer objetivo que nosotros planteamos desde la FEMP. Estamos muy satisfechos con ese dinero que han recibido todas nuestras alcaldías, que con muy buen criterio están planeando grandes servicios públicos. Apoyando la transformación digital, pero también en otros sentidos sin ese componente tecnológico, porque la tecnología es un habilitador, pero al final tenemos que poner al ciudadano en el centro.

– Hay un concepto que es complicado que llegue a los vecinos. ¿Por qué es tan importante que una ciudad sea eso de 'una smart city'?

– Está cambiando el paradigma de cómo la tecnología nos inunda, ya no solo en nuestro trabajo, sino también en la vida diaria. Cuando la aplicamos en nuestras ciudades encontramos temas muy distintos, como la eficiencia energética, la seguridad, las luminarias o bien los propios residuos, incluso ya hay pilotos en la zona norte de España donde cada uno con su tarjetita va midiendo lo que va depositando en esos cubos. Cada vez los vecinos están viendo que hay que ser resilientes al cambio. Pero sí que es verdad que es necesaria una concienciación, porque a veces ponemos nuevos servicios y no son bien aceptados. Como la creación de redes ciclistas, que todo el mundo podía decir «tenemos un nuevo recurso para tener una vida más saludable», pero a veces no está bien visto. ¿Por qué? Porque cambia la forma con la que estamos actualmente viviendo nuestras ciudades.

– También parece que ese cambio en las ciudades esté viniendo de arriba a abajo. Hay grupos de población a los que les cuesta adaptarse o aceptar cambios en la recogida de basuras, en la movilidad o en la trama urbana.

– Esa es la concepción clásica, lo mismo que en las empresas. Pero también cada vez estamos viendo el efecto inverso. O sea, tenemos el 'top down', pero ahora hablamos del 'bottom up'. Son muy importantes los ejercicios de participación ciudadana.

– Y a todo esto viene la pandemia, viene la guerra y viene Europa con los fondos 'Next Generation'. ¿Están los Ayuntamientos españoles en condiciones de aprovechar estos fondos?

– La verdad es que sí. Pero hay que tener cuidado con los servicios que ponemos en marcha, porque luego hay que mantenerlos. Cuando generamos esos servicios públicos tenemos que pensar en que tienen que ser viables económicamente y ser mantenido para muchos, muchos años, porque es la ciudad que dejamos. Desde la Red Española de Ciudades Inteligentes intentamos divulgar esa filosofía de que es importante hacer una inversión con cabeza.

– En esto hemos aprendido en carne propia con lo que pasó hace 15 años, en la burbuja inmobiliaria que fue un poco lo contrario: grandes gastos, cero planificación.

– Hemos aprendido de esos errores. No solo es importante hablar de las buenas prácticas, las cosas buenas, sino de las lecciones aprendidas. Los políticos tenían temor o vergüenza de decir «hemos fallado en este proyecto y ha sido una inversión grande». Ahora no, ahora nos anticipamos y ayudamos a otros compañeros para que eso no les ocurra. La verdad es que ese afán de compartir es importante

– Todo parece llevarnos a un futuro con grandes dificultades para que las cosas sigan siendo como hasta ahora, y en concreto en cuanto a la movilidad. ¿Se están preparando los municipios para esto?

– España y el Viejo Continente se construyeron para el tráfico rodado. Ahora damos importancia al ciudadano, ya era necesario. La movilidad va a ser uno de los grandes retos que va necesitar una gran inversión, pero también una gran concienciación.

– Toda Europa se construyó para el coche, cierto, pero nos hemos acostumbrado a vivir con él. ¿Esto es imparable? ¿Las cosas tienen que ir por ahí?

– Tenemos que acostumbrarnos a que es el nuevo futuro, tenemos que pensar en la sostenibilidad. Los ciudadanos necesitamos cada vez tener ciudades más sostenibles, más limpias, más verdes y eso significa que tenemos que convivir con el tráfico rodado, pero quitándole un poco de protagonismo.