El edificio de Bosonit baja en altura pero eleva el debate

Mucho más que una sede al uso; oficinas, aulas de formación, laboratorio de innovación, incubadora de empresas, residencia de estudiantes, sala polivalente, zonas de restauración, terraza panorámica... Un centro de alto rendimiento de tecnologías avanzadas «singular y multifuncional», según lo anunciado, que baja las alturas sobre lo permitido, sí, pero que ve subir el debate en torno al mismo.

El edificio planeado por Bosonit en el Casco Antiguo de Logroño, una vez modificado puntualmente el PGM en la parcela entre las calles Mayor y Puente y presentado en sociedad, gusta más a quienes ya lo celebran, pero no despeja dudas a quienes les sigue sin convencer. El debate se eleva, tanto o más que los 2,85 metros que desciende la fachada en su punto más alto, y la controversia sigue a pie de calle.

La propuesta –de la que ya hay «proyecto básico»–, de agradecer en palabras del alcalde, Pablo Hermoso de Mendoza, con el PSOE proclamando que algo así «merece el apoyo y el aplauso de todos, sin excusas», no ha dejado indiferente a nadie. O casi. No ya por la apuesta empresarial de la empresa de Miguel Fernández en cuestión, a la que pocos ponen un 'pero', sino por el edificio que se plantea para albergarla en un entorno tan especial y protegido como el centro histórico dado el impacto que pueda tener, por ejemplo, en la iglesia de Santa María de Palacio.

Y aquí, como en todo, las cosas no son blancas o negras, sino que siempre aparecen grises... y en ello se está. «Un lujo tener empresas como Bosonit, sí, pero sigo sin entender el empeño en hacer algo tan singular en el casco histórico saltándose la normativa», apunta Federico Soldevilla, quien se expresa «como un logroñés con muchas dudas», y no como presidente de Amigos de La Rioja, que aún analizan lo presentado aunque, en principio, es partidario de una «localización consensuada por todos».

«Lo sustancial es que con el proyecto de Kengo Kuma nos toca la lotería a los vecinos, al Casco Antiguo y a Logroño en general. Perdemos un solar y ganamos un edificio emblemático», asegura Luis Sáez Angulo, residente en la calle Puente –pegadito a la futura sede–, quien, no obstante, lanza dos temores: «Para los vecinos colindantes, las molestias de las obras y los posibles daños estructurales a nuestras viviendas; para los ciudadanos, la vista de San Bartolomé desde el norte va a quedar ocultada».

Desde el Colegio Oficial de Arquitectos de La Rioja (COAR), su decano, Ángel Carrero, reitera sus críticas a la modificación puntual del planeamiento, respecto a su tramitación y al cumplimiento de informes sectoriales en la parcela, no a la empresa ni al edificio en sí. Los arquitectos siguen advirtiendo de que con tal cambio esta o cualquier construcción en el futuro podría tener un volumen «desproporcionado» y, sobre todo, avisan de que «todavía se está a tiempo de introducir modificaciones en pro de un proyecto acorde con el entorno».

Si bien la bajada de las alturas máximas permitidas ha sido bien recibida, la realidad es que no pocos detractores insisten en que el problema es la modificación, «que establece lo que establece independientemente de promesas». «Son 26,5 metros sobre el papel, si no ahora, lo podrán ser mañana, y además abre la puerta a que cualquiera pida lo mismo y no sabemos qué criterio se tendrá a partir de ahora», recuerda José Antonio Alesanco, desde Rioxa Nostra, quienes junto a otros colectivos están recabando información ante la posibilidad de acudir ante la Unesco –dada la proximidad del Camino de Santiago, declarado Patrimonio de la Humanidad– o, llegado el caso, a los tribunales –contra el Ayuntamiento, eso sí–. «Nos da miedo lo que pueda venir después», añade Pedro Nájera, de Ecologistas en Acción.

La Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, al respecto, fue invitada al acto, pero Jesús Ignacio Merino Morga, delegado episcopal de Patrimonio, no pudo asistir por problemas de agenda. Por ello, adelanta que habrá una próxima reunión para, a partir de ahí, poder juzgar la obra.

Otros ya lo han hecho. A favor, como Francisco Herce, expresidente de la Federación de Asociaciones Vecinales de Logroño: «Perfecto para mi ciudad, y viendo que la altura es menor y teniendo en cuenta que respecto al baja más cuatro y el palomar de antes la diferencia no será tanta, el impacto que dicen no será tal». Y en contra, como Yolanda Sáenz, del Foro del Casco Antiguo: «Estamos en contra única y exclusivamente de la ubicación, encantados de que vengan empresas y creen puestos de trabajo, pero éste es el peor lugar que podían haber elegido. Han tenido que modificarlo todo para dejarnos sin un solar donde otrora se nos habían prometido viviendas que propician vecinos y la llegada de servicios».

Entre unos y otros, Amaia Tomé, de la asociación comercial y hostelera Logroño Casco Antiguo: «Entendemos ambas posturas», dice. «Más allá del gusto estético o el patrimonio es otro ejemplo de intervención espectacular en la que el vecindario no es el principal objetivo», apostillan desde una cuenta tan activa en redes sociales como la del Observatorio del Casco Antiguo.

También se pronuncia el mundo de la empresa. Así, Jaime García-Calzada, presidente de la FER, aclara que «cualquier proyecto empresarial que vaya a crear riqueza y empleo es muy bienvenido y una gran noticia para todos». «Lo fundamental y lo más importante, en el caso de Bosonit como en cualquier otro, es el hecho de que una empresa vaya a realizar esta inversión y desarrolle un proyecto que acogerá nuevos puestos de trabajo», sentencia.

Desde Aertic, José Luis Pancorbo precisa que fueron ellos quienes hace cuatro años hablaron con los dos principales candidatos a la Alcaldía, de PSOE y PP, planteando La Villanueva como lugar ideal para enajenar suelo empresarial para industrias limpias pensando precisamente en el sector de las nuevas tecnologías. «Nos alegra el paso dado por Bosonit y esperamos que sea el primero de muchos otros».

Lo presentado, por último, mantiene a los distintos grupos políticos en sus más recientes posiciones. «Un proyecto catalizador que integra creación de empleo, desarrollo económico y posicionamiento digital para la ciudad», repite Marisa Bermejo, edil no adscrita –y cuyo apoyo fue fundamental–. «Apoyamos la instalación de empresas en el Casco Antiguo, que para el diseño cada uno tiene sus gustos, pero es imprescindible respetar el patrimonio... y esa propuesta no lo respeta», avisa Rocío Fernández, de Cs. Y, así, lo que es «un proyecto ambicioso que supondrá un desarrollo tanto del Centro Histórico como de la ciudad: comercio, turismo, etc.», para Amaia Castro, de UP; para Rubén Antoñanzas, del PR+, le sigue faltando «el debate político y técnico sobre el modelo de Casco Antiguo que queremos, y si este tipo de edificios tienen cabida». «Mantenemos el apoyo al proyecto empresarial pero seguimos teniendo dudas sobre el impacto visual que el edificio va a tener en el entorno. El Gobierno local no lo ha tramitado adecuadamente y de nuevo ha buscado la confrontación y la división», mantiene Conrado Escobar, desde el PP.

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