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La sequía no solo seca pantanos, el agua empieza también a faltar en el Ebro. El río, a su paso por Logroño, lleva un caudal muy bajo para estas fechas, con un nivel inferior al metro (0,93 metros ayer) y un cauce medio en ... lo que llevamos de mes de 19 metros cúbicos por segundo, cuando la media es esta época supera los 30. La falta de lluvias y la situación en la cabecera del Ebro están afectando notablemente a los niveles del río, donde el descenso del agua ha dejado a la vista isletas de piedras y vegetación donde antes corría el agua, y en algunos puntos, como el salto de agua situado entre el tanatorio y la minicentral eléctrica, casi se podría pasar a pie saltando por las rocas que han quedado al descubierto. Lo mismo que las bases de los pilares de los puentes, que han dejado de estar sumergidas.
Además, en las zonas donde el agua está más estancada ha aparecido otro fenómeno, se trata de bancos de algas, reconocibles por su color verde y visibles desde diversos puntos, aunque especialmente en el entorno del embarcadero y junto a la minicentral. El calor y el nivel bajo del caudal, según explicaron ayer en la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), tienen que ver directamente con su aparición que, según garantizan, «no es contaminante», aunque sí reconocieron que su incidencia en la calidad del agua es inevitable.
0,93 m. Es el nivel que llevaba ayer el Ebro, cuando lo habitual en estas fechas es que supere los 1,50.
7 metros Es el nivel de agua que alcanzó en la crecida registrada en enero del 2015.
La estampa de las últimas semanas contrasta con las embravecidas aguas que en momentos de crecidas atraviesan la ciudad con caudales que llegan a los 2.000 metros cúbicos por segundoy niveles de 7 metros de altura. La CHE confirmaba ayer que «el pasado ha sido el peor septiembre de los últimos quince años» o, lo que es lo mismo, «el peor de este milenio» y en ello tiene mucho que ver el estado del embalse del Ebro, en Cantabria, en uno de sus peores momentos de los últimos 50 años. Son ya varias semanas las que se viene acusando la bajada de nivel, con valores de récord como el registrado el pasado 28 de septiembre, con apenas 0,83 metros de profundidad, cuando lo habitual es que se superen los 1,50 metros. Como prueba, ayer quedaba la marca en la piedra del talud del paseo del Ebro, con diferente señales de humedad. Según los datos del punto de control de la CHE, situado en Mendavia, aunque extrapolables a Logroño, el caudal del pasado septiembre fue de 12,6 metros cúbicos por segundofrente a los 50,9 a los que se llegó en el 2016. En el 2015 llegó a los 27,8 y en el 2014, a los 30,4.
Si hasta ahora el Ebro era noticia cuando se desbordaba, este martes el comentario general entre las numerosas personas que contemplaban el río por la mañana era de asombro por los niveles alcanzados. En la Casa de las Ciencias, acostumbrados a convivir con el Ebro, viven las oscilaciones del río con especial interés. Una escala sumergida en el río, junto al mismo edificio, les proporciona información de primera mano. Ayer el nivel no superaba los 0,97 metros. «Se nota una barbaridad, ahora se ve más el fondo, incluso los peces. Yo llevo 17 años aquí trabajando y nunca había visto el Ebro así», señalaba Rubén Blanco, gestor administrativo del centro municipal.
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