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Dicen que una imagen vale más que mil palabras, otras tantas al menos si hablamos de una estampa del pasado porque, en tal caso, posiblemente sea parte de la memoria colectiva de varias generaciones en particular y de toda una ciudad en general. Así, hubo un Ebro vivido, más allá del pensado o el imaginado, que cada cierto tiempo emerge pues no dejan de ser recuerdos que se resisten a ahogarse en el olvido.
Diario LA RIOJA, dentro de su serie dominical sobre el río al que Logroño debe su origen, viaja en el tiempo a aquel Ebro en blanco y negro que ya se nos fue pero que durante tantos años albergó los más variados usos siendo captados en no pocas fotografías, de esas que con el paso del tiempo adquieren un valor sentimental incalculable para el archivo comunitario de cualquier urbe.
No en vano, y tal y como escribió el arquitecto urbanista Jesús López-Araquistain a punto de cambiar de siglo en la obra colectiva 'Ríos y ciudades' –ya citada como fuente en estas mismas páginas–, «el entorno del Ebro, a finales de los años 60, albergaba una auténtica mezcla de elementos». A saber: «A un fondo general que conservaba el uso agrícola tradicional, se superponían multitud de usos contrapuestos», desde industriales a institucionales pasando por los deportivo-recreativos e incluso residenciales.
Y ello con el 'Ebro Chiquito' aún bien presente, «el popular ramal de la 'madre' Ebro construido en el siglo XVIII con proyecto de Juan de Raón de 1735 para minorar el impacto de las avenidas del río y permitir que el agua transitara por todos los ojos del antiguo Puente de Piedra –desaparecido del todo en los años 80/90 con la instalación del colector general de la ciudad y la construcción del Parque del Ebro–», según recuerda el propio Consistorio capitalino en su web.
«El río formaba parte de la vida diaria en el Logroño histórico: prestaba su fuerza motriz a los batanes, molinos y pequeñas industrias a través de un desvío de la corriente principal, el 'Ebro Chiquito'; las lavanderas extendían la ropa recién lavada en el antiguo soto, entonces despojado de arbolado... En general, el río proporcionaba espacios libres para mil necesidades de una ciudad constreñida por las murallas». Así lo recuerda Jesús López-Araquistain en su imprescindible 'Logroño dibujado', también referido con anterioridad en esta serie sobre Logroño y su Ebro.
Y es que, si bien la ciudad ha dado la espalda a su río en no pocas ocasiones, la realidad es que tan estrecha vinculación siempre ha estado patente en tal o cual uso dando como resultado una gran «mezcolanza» como puede apreciarse en las fotografías que se conservan en los diferentes archivos, con la Casa de la Imagen a la cabeza.
Y es que, además del 'negocio' asentado en las riberas en forma de una fundición, un matadero, una fábrica –de lejías, por ejemplo–, tenerías o molinos, las aguas del Ebro también se prestaron siempre al 'ocio', siendo zona de baño, con paseos en barcas incluidos, o área para la práctica de la pesca –en sus tiempos siendo más actividad de subsistencia que deportiva o de esparcimiento y tiempo libre–. Todo ello amén de cuando se echaban las redes para hacer acopio de centenares de truchas de cara al tradicional reparto de cada 11 de junio, es decir, de cada festividad de San Bernabé.
Las riberas, a finales de los años 60, presentaban los más contrapuestos usos, siendo el de 'La Playa' el más popular, «que había evolucionado de zona de baños informales hasta una verdadera piscina instalada en el cauce». Así está escrito, fotografiado y, dado que los chapuzones se prolongaron hasta los 90, también en la memoria de no pocos logroñeses y logroñesas. El uso recreativo al menos de parte de la ribera izquierda y de sus aguas, no en vano, viene de lejos; ya desde los años 20 había bar consolidado y se dieron los primeros pasos para aumentar servicios. «Las instalaciones de La Playa estaban dotadas de embarcadero, frontón de pelota, casetas para vestuarios y un gran edificio destinado a merendero», recordaba el excronista oficial Jerónimo Jiménez en 'Las calles de Logroño y su historia', quien databa las tres piscinas entre 1967 y 1969... hasta que vinieron a ser sustituidas por Las Norias en 1993, siendo demolidas parcialmente ese mismo año y casi totalmente en 1998.
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