La diócesis se interesa por la iglesia de Jesuitas

La diócesis riojana se muestra decidida a hacerse cargo de la parroquia de Jesuitas, abocada de otra manera a su cierre tras el abandono de la compañía religiosa de Logroño en poco más de tres meses, el 30 de junio, así lo aseguran fuentes diocesanas, donde confirman «que el obispo no quiere que el templo se cierre». Todo lo contrario, su objetivo es tomar el relevo a los jesuitas y dar continuidad a su labor, iniciada en los 80, «en un entorno de la ciudad con una vida parroquial muy activa». Pero no solo eso, también se ha valorado el servicio pastoral que se vienen ofreciendo a la extensa comunidad escolar de los Jesuitas.

En cualquier caso, si bien la voluntad del nuevo obispo, Santos Montoya, es clara, todavía quedaría por delante cuestiones que solventar y ambas partes tienen pendiente sentarse para ver cómo se haría este proceso de cambio. Por su parte, el párroco de la iglesia San Ignacio dejó claro ayer que, de momento, «no hay nada oficial», aunque reiteraba su deseo –ya expresado coincidiendo con el anuncio de la marcha de la compañía–, de que «la diócesis se haga cargo de esta parroquia y mande a un sacerdote para que pueda llevarla». «Estamos en conversaciones, preparando documentos, pero de momento no hay nada decidido, solo puedo decir que hay buena disposición, pero no mucho más, depende de las reuniones y de lo que vayamos viendo». Lo que está claro es que el 30 de junio se mantiene como la fecha prevista para cerrar la comunidad que los Jesuitas mantienen en Logroño con tres hermanos. «Haremos una comunicación de despedida a toda La Rioja».

Si los acuerdos llegan a buen puerto, en principio con una cesión gratuita del edificio según el primer ofrecimiento que realizó la comunidad religiosa, la iglesia seguirá con su actividad con normalidad pero a cargo de sacerdotes diocesanos.

Según fuentes diocesanas, el obispo «es optimista» respecto a un buen entendimiento y, de confirmarse el relevo, su primer paso será nombrar un nuevo párroco asignado, con coadjutores. De él dependerá la organización de los horarios de misas y de los diferentes servicios pastorales, aunque en principio –señalan– no deben esperarse grandes cambios. Tampoco respecto al nombre de la iglesia que seguiría llamándose Parroquia San Ignacio.

El director del colegio, Héctor Olarte, también lamentó en su momento el posible cierre de la parroquia por el servicio que viene prestando al colegio. «Nos gustaría que la diócesis tomara el relevo y seguir con la vinculación que siempre hemos tenido con la iglesia, no hay que olvidar que somos un colegio católico», señala consciente también del problema de vocaciones que arrastra la diócesis. Desde su creación en 1979 para dar apoyo desde la calle Huesca a la zona suroeste de Logroño cuando se encontraba en plena expansión urbanística, la parroquia de San Ignacio de Loyola ha formado una comunidad sólida, con más de 12.000 feligreses, que asistió con pena al anuncio del abandono de la comunidad jesuita el próximo junio. «Muchos de ellos se han casado aquí, han hecho la Comunión, han bautizado a sus nietos..., tenemos una comunidad muy comprometida e integrada en la iglesia», afirma José Manuel Peco. El cierre de la comunidad jesuita en la ciudad será efectivo al final de junio. Esto no supone que la Compañía de Jesús abandone el colegio. Peor suerte han corrido los centros de otras regiones, y también algunas parroquias, en Sevilla por ejemplo.