«Nos dedicamos a cafés más salvajes que comerciales»

Cafés El Pato cumple este 2023 un siglo en manos de la familia riojana Martínez, si bien la empresa es anterior. Orencio Martínez adquirió el negocio al empresario Simeón Tejada, de forma que ha ido pasando de hijo en hijo, a Luis (1970), Ascensión (1976) y Joaquín (2019), responsable actual. «Siempre nos hemos dedicado al tueste de café, compramos materia prima, en verde, de diferentes orígenes, y nosotros lo tostamos, envasamos y distribuimos», explica Joaquín Martínez, biznieto del fundador.

En origen, en el local de la calle Hermanos Moroy se encontraban las oficinas, el envasado y la tienda, aunque en 1992 se reconvirtió en cafetería, manteniendo la tienda pero con la posibilidad de probar todos los cafés de los que disponen, a modo de degustación. Antiguamente el tostadero se encontraba a pie del puente de Hierro, en la calle Sagasta, trasladándose después a los polígonos La Portalada de Logroño y Lentiscares de Navarrete.

«Actualmente nos dedicamos, sobre todo, a cafés especiales, microlotes, cafés de finca, de caficultores, buscando trazabilidad y descripciones organolépticas totalmente diferentes, con mucho aroma, bien distinguidos, en los que destaque la acidez pero sin apenas amargor, bajos en cafeína, más salvajes que comerciales», describe Joaquín Martínez.

Cafés El Pato siempre ha trabajado a nivel local, a modo de kilómetro 0, sirviendo tanto al cliente de a pie como a pequeños comercios y hostelería de proximidad. «Lo que intentamos es llegar a la máxima calidad con el mejor precio posible pensando en los clientes que quieren apostar por una calidad superior en cafés especiales, por eso quieren trabajar con nosotros. Nunca trabajamos con grandes superficies», advierte Joaquín.

También rotan producto, de manera que actualmente disponen de café de Etiopía, Kenia, Brasil, Colombia, Costa Rica, El Congo... «Al ser fincas pequeñas, a lo largo de la temporada se van acabando y vamos probando otros lotes diferentes», explica Joaquín. El prestigio de la empresa cafetera no es nuevo. Originalmente se llamaba Cafés El Gato pero la proliferación de plagios provocó que Orencio Martínez cambiara la denominación por una parecida pero diferente: El Pato.

«A principios del siglo XX se publicó un anuncio en prensa informando del cambio de denominación por las imitaciones. ¿Y por qué un nombre de animal? En aquella época a las empresas se las denominaba con el nombre o el símbolo de un animal, como el jabón Lagarto o la lejía Conejo», recuerda Joaquín, cuarta generación de Cafés El Pato. «Cumplir 100 años la familia Martínez con la marca, ser la cuarta generación y seguir luchando, tal y como están las cosas, es un orgullo y la gente te lo reconoce. Siempre ha sido especial para nosotros», reconoce Joaquín.

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