La contratación de un nuevo horno crematorio queda desierta

No en vano, la ciudad necesita una nueva instalación así por los problemas que están dando los hornos que ya posee y el cierre temporal de alguno de ellos por reparaciones incluso ha obligado a trasladar incineraciones a otras localidades.

El informe de necesidad que acompañó el expediente de contratación decía que, dado el alto número de cremaciones que se realizan y las que se tuvieron que realizar a consecuencia del covid, los dos hornos que se utilizan se están deteriorando y quedando obsoletos para poder responder a la demanda. El último año han sido 1.441 incineraciones por 313 inhumaciones las registradas en las instalaciones municipales.

Logroño cuenta con dos crematorios municipales, el primero construido en 2001 y el segundo en 2010. El horno más nuevo, que es el de menor capacidad, es el que está sufriendo más deterioro y que, por tanto, más gastos origina por reparaciones de desprendimientos de material refractario de la chimenea.

Así, la intención era la de instalar un horno de altas prestaciones que pueda absorber en gran medida las cremaciones para dejar el otro para restos o cremaciones más espaciadas en el tiempo, además de adecuar las salas de incineración y la de introducción de los féretros al horno. El nuevo horno iba a contar con una cámara de cremación diseñada para féretros de ancho especial, con una capacidad nominal de trabajo diaria de 4-5 cremaciones en jornadas de 12 horas.