La comunidad jesuita se marcha de Logroño a finales del próximo junio

¿Qué pasa por lo tanto con el colegio y con la parroquia? Pues bien, en un comunicado la dirección del centro educativo quiso dejar claro que esta determinación no supone que la Compañía de Jesús abandone el colegio. Eso sí, su presencia e integración en la red de colegios del sector educativo de la Provincia de España continuará a través de su pertenencia a a Fundación Norte de centros de dicha red. La presencia de jesuitas de otras provincias, tanto para apoyar a la pastoral como a la formación, se irá definiendo en los próximos meses. «Como ya ocurre en otros centros de la provincia», se especifica en el comunicado de la dirección del centro educativo logroñés.

En lo que a la parroquia se refiere, será el nuevo obispo de la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, Santos Montoya, quien determine su futuro.

Desde la Compañía de Jesús se califican este tipo de decisiones como complejas. «Conviven la gratitud por una larga historia y tantísima implicación de muchas personas a lo largo de los años, con la tristeza por pasos que, no por necesarios son más fáciles», se expone. «Pero toca mirar hacia delante y seguir pensando en la mejor manera de seguir, en unos tiempos diferentes, y con estructuras y planteamientos nuevos que permitan seguir llevando a cabo la misión que tenemos. Con ese deseo seguimos avanzando», se remata.

De este modo, se pondrá fin de esta manera a una presencia de los jesuitas en la capital riojana que se remonta, con idas y venidas hasta el siglo XVI. Concretamente, se data en 1559 su llegada con la petición del canónigo Francisco de Medrano de envío de jesuitas a la ciudad para fundar un colegio. Aterrizaron seis, cuatro padres y dos hermanos, y pusieron en marcha el primer centro educativo.

En 1767, por su parte, llega la decisión del rey Carlos III de expulsar de España a la Compañía de Jesús, por lo que el 4 de abril de ese año, los 20 miembros de la comunidad en Logroño salen de la ciudad.

Tardaron más de 130 años en regresar y lo hicieron en 1899 para instalarse en las cercanías de la iglesia de San Bartolomé. En ese momento comienza un recorrido que les lleva en 1957 a desarrollar labores educativas en un chalé, de nombre Mirasierra, en la que hoy es la Gran Vía. Ese fue el paso previo a la inauguración, en 1961 del actual colegio de la calle Huesca.

A principios de lo ochenta, por su parte, se construye la parroquia San Ignacio, un hito más en una presencia de los jesuitas en Logroño que finalizará a finales de junio.