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Carlos Fernández Casado ya tiene su calle. Un paseo, concretamente, con el que el Ayuntamiento de Logroño salda una «deuda pendiente» con su «ilustre vecino» ... nacido en la esquina entre Muro de Cervantes y avenida de Navarra, «todo un referente de la ingeniería y el humanismo». Así lo ha puesto de manifiesto este martes el alcalde de la capital de La Rioja, Conrado Escobar, quien ha entregado a la familia una réplica de la placa con el nombre de este prohombre de las ciencias y las letras en el PERI Portillejo II (donde ya figuran los de Ovi de Francisco y Estrella Sacristán).
Fernández Casado (1905-1988), toda una 'institución' de la ingeniería civil española en las décadas centrales del siglo XX, proyectó y construyó muchas estructuras, en su mayoría de hormigón (como el ya desaparecido paso sobre el ferrocarril de Vara de Rey), y fue miembro electo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando pues, no en vano, era todo un humanista. En 1986, por ejemplo, se le otorgó la Medalla de Oro de la Comunidad Autónoma de La Rioja. Y la ciudad ya le homenajeó con exposición y placa en su casa natal hasta en dos ocasiones, concretamente en 1984 y 2005.
«Este es el merecido homenaje que Logroño tributa a uno de sus vecinos ilustres, un referente de la ingeniería y también destacado humanista con estudios en varias disciplinas», ha recordado Escobar, a cuyas palabras se han sumado también las del concejal de Urbanismo, Íñigo López-Araquistáin, y las de la cronista oficial de Logroño, Isabel Murillo, quien en su semblanza, y dado que los puentes «fueron el eje de su vida», ha expresado que quizás, solo quizás, «este paseo debería estar más cerca del río». Su hijo, Leonardo Fernández Troyano, ha sido el encargado de dar las gracias y, de paso, desear que la presa de La Retorna (tan de actualidad) pueda salvarse como BIC.
Leonardo, con mención expresa a los puentes de Hierro y de Piedra, ha acudido al acto de reconocimiento de su padre en compañía de Santiago y Lucía Fernández Muñoz, nietos de Carlos, y Diego Fernández Baena, bisnieto del mismo, junto a su pareja, Marta Macías Amérigo, curiosamente de Logroño (ciudad con la que por una u otra razón la familia no deja de estrechar lazos, y en la que vivió el homenajeado hasta los aproximadamente 10 años para trasladarse posteriormente a Madrid debido a la profesión de su padre, militar).
«Carlos Fernández Casado no estudió Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos ni vio la luz en Logroño solo por casualidad. Solía recordar que, siendo un niño, el vértigo que sentía cuando miraba las aguas del río Ebro desde los puentes de su ciudad natal le impulsó, precisamente, a construir puentes. A lo largo de más de 50 años, este ilustre riojano proyectó y construyó innumerables obras de ingeniería, publicó una docena de libros sobre temas variopintos –resistencia de materiales, cálculo de puentes, historia de puentes y de ingeniería en general– y, sobre todo, fue uno de los grandes de la ingeniería española del siglo XX», escribió Marcelino Izquierdo en estas mismas páginas, donde en no pocas ocasiones se ha pedido una calle para él en su 'pueblo'.
Se trata, en palabras de no pocos profesionales del sector que tratan de dar a conocer su legado, de uno de los ingenieros más destacados y singulares del pasado siglo «dotado de una admirable capacidad de trabajo y de una férrea voluntad de perfeccionamiento». Destacó ante todo, tal y como ha vuelto a valorarse, en la proyección de puentes, su tipología más estimada, consiguiendo con el hormigón armado y pretensado nuevas posibilidades constructivas y estéticas.
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