El Centro por fin abierto del Rioja

La reapertura para los logroñeses en general será desde esta tarde de viernes, cuando 150 personas cuya lista ha resultado de un sorteo que se celebró el lunes previa inscripción presencien un espectáculo de magia y participen en un sorteo de vino. Pero horas antes, por la mañana, ha habido un acto institucional en el que han participado distintas autoridades y representantes de entidades y asociaciones locales.

El alcalde, Conrado Escobar, ha comparecido acompañado de José Félix Paniego, responsable de la Asociación de Sumilleres, que desarrollará su actividad en el centro, y de parte de la familia Vivanco, Ángela Ruiz y rafael Vivanco, madre e hijo, y el director del museo Vivanco, Eduardo Díez. El primer edil ha destacado que el CCR es el 20 por ciento de lo que puede llegar a ser y que «abrimos las puertas» a quien quiera aportar, ser parte de él. «Tenemos acompañantes de lujo», ha señalado.

«No es la primera vez» que el CCR levanta la persiana. Ya lo hizo antes, por ejemplo, en 2015. «Tenemos todo el empeño en incorporar como propio todo lo hecho hasta el momento», ha asegurado, para perfilar el hoy como el «punto de inicio» para proyectar el futuro.

Ante los invitados, el presidente regional, Gonzalo Capellá, entre ellos, ha insistido en que «hay retos por delante». También han asistido los alcaldes Julio Revuelta, Tomás Santos y Pablo Hermoso de Mendoza, si bien este último, en vez de colocarse junto a sus antecesores, ha preferido situarse junto a los actuales concejales socialistas. «Esto es de todos», les ha dicho.

El Centro de la Cultura del Rioja comenzó a construirse en 2009, con un proyecto del arquitecto logroñés Jesús Marino Pascual, quien, por cierto, también ha estado en la reapertura, en lo que en su día fue el Palacio de los Yanguas. O la Casa de la Virgen, como también se conocía. En aquel momento, tenía un presupuesto de 9,9 millones.

Desde entonces, ha estado más tiempo cerrado que abierto. Si la recepción de las obras fue allá por 2012, fue en 2015 cuando se inauguró tras darle muchas vueltas a su forma de gestión, que finalmente llevó a cabo una firma privada. La alegría apenas duró un año. En junio de 2016 se clausuró, en principio, por goteras, aunque ya era evidente que el asunto no funcionaba y, poco después, se tramitó la rescisión del contrato.

Después, el CCR tuvo una directora durante dos años -entre 2018 y 2020- que no llegó a ver el centro abierto al público y que terminó yéndose y, la plaza, suprimida. La memoria económica del edificio, que se aprobó en 2019, contemplaba un gasto próximo al millón al año.

Por el camino ha quedado además la posibilidad de que Bosonit se instalara en una de las plantas del edificio con un proyecto que compitió con otro del grupo Proeduca porque el cambio de Corporación ha traído planes nuevos y la adjudicación no llegó a materializarse.

A los escépticos, dados los avatares del edificio, ha pedido el primer edil ilusión y ha prometido que va a cabar todo aquello que se pueda imaginar.