A la caza del millonario anónimo

Desde el sábado, la noticia es la comidilla de la zona. «¿No me habrás dado el premio a mí?», pregunta una cliente muy sonriente. «A ver si me ha tocado a mí y no lo sé», bromea otra. «Igual soy yo el ganador», dice con guasa otro de los habituales mientras guiña el ojo. Y es que como atestigua el dueño del negocio, poco se sabe del nuevo millonario del barrio. Tan sólo que el boleto premiado salió de su propia inspiración y no de la de la máquina. «Sólo sabemos que lo hizo a mano él o ella, no a través de la máquina, y que selló un boleto de cuatro apuestas», señala.

«Hace mucha ilusión dar un premio así; el sábado cuando me enteré a las diez y cuarto de la noche, ya fue una fiesta», relata Antonio con una sonrisa perenne, que añade que «la gente está un poco alborotada por el hecho de averiguar quién ha sido, pero no se sabe». «No creo ni que se sepa», se resigna el responsable del negocio, que indica: «Si fuera yo, tampoco lo diría».

Pero soñar es gratis y el dueño del estanco que ha sellado el premio no se arredra a la hora de ponerse en el lugar del nuevo millonario de Logroño: «Pagar los pufos sería lo primero, que hay muchos y luego algún caprichito seguro. Y después, seguir la vida normal, supongo», cuenta sin demasiados alardes.

No adelanta acontecimientos Antonio León, pero supone que haber dado el premio millonario tendrá consecuencias positivas para su negocio. «Es la primera vez que damos un premio así, pero espero que sí venga más gente», asegura Antonio y añade que eso le han contado otros compañeros que regentan administraciones de lotería. «Ya verás, me han dicho, cómo se nota un poco más la gente», explica contento.

Para el ganador de la Bonoloto, Antonio sólo tiene un deseo:«Que lo disfrute muchísimo». Y mientras, en el barrio prosiguen las quinielas para acertar la identidad del misterioso ganador. Y las bromas al respecto. Y tardarán en diluirse, pues no todos los días la fortuna reparte casi dos millones de euros.