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JAVIER CAMPOS
Viernes, 6 de noviembre 2020, 13:14
La banca nunca pierde... pero en el caso de Logroño lo ha hecho y no jugará más. El Gran Casino de la capital de La Rioja cesa su actividad tras 15 años. Una partida de tres lustros marcada por los altibajos que, finalmente, la pandemia del coronavirus se ha encargado de dar por finalizada. Para siempre. Ahora solo falta saber qué futuro le aguarda al céntrico edificio ubicado en la esquina de la calle Sagasta con Marqués de San Nicolás, en pleno Casco Antiguo.
El grupo Orenes, a quien pertenece, oficializaba ayer la noticia explicando que ha invertido en las instalaciones más de 13 millones de euros desde su apertura en el 2005 y, además, ha acumulado hasta 12,5 millones de pérdidas durante todos estos años. Una situación que, en los últimos meses, se ha visto agravada por la crisis provocada por la COVID-19, la cual ha obligado a la compañía a tomar esta «dura decisión».
«La sala de juegos ha estado cerrada desde que se declaró al estado de alarma el 14 de marzo, pero la realidad es que el negocio no ha terminado nunca de funcionar... la emergencia sanitaria lo ha precipitado todo», explicaban ayer a Diario LA RIOJA fuentes de la compañía, uno de los grandes referentes del sector en España.
Con el cierre de las instalaciones, además de la sala de juegos, dirán adiós la sala SUM, la 'discoteca' ubicada en los bajos, y el restaurante, que reabría en febrero con el nombre de Pampamesa, el nuevo proyecto gastronómico de los responsables del afamado Íkaro. Iñaki Murúa, copropietario del mismo y 'estrella Michelin', explicaba ayer que apenas pudieron trabajar un mes con normalidad, «el primero», y que el cierre del complejo supondrá «guardar la idea en un cajón a la espera de mejores tiempos». En el mismo había cinco trabajadores, pero en el casino trabajaban 30 personas en total, algunas de las cuales podrán ser recolocadas en otros puestos en los distintos establecimientos del grupo.
Se da la circunstancia de que a comienzos de este mismo año el espacio, que cambiaba de imagen y hasta de nombre –de Electra Rioja Gran Casino pasaba a Orenes Gran Casino Logroño–, aspiraba a convertirse en todo un complejo de ocio más allá del juego. Una nueva etapa iniciada en enero con la que pretendía incrementar toda una oferta complementaria y que, sin embargo, se ha visto cortada de raíz antes de lo esperado.
La propiedad negociará ahora la rescisión de los contratos que mantiene con discoteca y restaurante y estudiará futuros usos del edificio. «No hay nada decidido, y menos en las actuales circunstancias, pero la intención de Orenes es seguir ligados a Logroño y a La Rioja y que lo que se proyecte en o con el edificio sea lo mejor para la ciudad y para la comunidad», adelantaban las mismas fuentes.
Orenes puso en marcha el conocido como Electra Rioja en el 2005, después de que en el 2002 resultase adjudicataria del concurso convocado por el Gobierno de La Rioja, no exento de polémica, para licitar una licencia de casino de juego. Unos ruidosos inicios de controversia política y fracasos laborales y económicos con un final callado tras una larga y lenta agonía.
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