«Sé que esto no es mío, y que cuando el dueño me diga que me vaya, me tendré que ir...»

«Llama la atención... visto desde fuera parece un asentamiento que va creciendo, cuando la realidad es que aquí había solo unas pocas huertas sin que nadie dijese nada. A mí me la dejó un señor, y seguí de la misma manera, para el consumo de casa y para pasar el rato porque siendo como soy jubilado con algo tengo que entretenerme».

Quienes llevan años cultivando parte de unos terrenos pendientes de urbanizar –que han ido cogiendo el testigo de otros ya ausentes– son conscientes de que «un día cualquiera vendrán las máquinas». «Llevo casi 20, y esto ya estaba; el problema es que los nuevos han venido con la idea de hacerse una finca donde pasar el fin de semana más que una huerta».

Diario LA RIOJA ha hablado con los jubilados que a la espera de las viviendas llevan años sembrando y plantando, algunos incluso residentes en las proximidades, «regando con el agua que tiran las bombas de achique de los sótanos de los edificios en construcción de los aledaños». «Sé que esto no es mío, y que cuando el dueño me diga que me vaya, me tendré que ir...», dice uno. «Cuento con ello desde el primer día», añade otro. Nadie, eso sí, quiere dar nombres. Y no solo pasa en el Camino Viejo.

«No somos los propietarios y lo entendemos», confiesan todos sabedores de que tras las recientes visitas de las autoridades sus huertas pueden tener los días contados si los nuevos ocupantes, a su juicio, no se avienen a razones. Solo cultivar...