El Campillo, la desembocadura del Iregua y las huertas de Varea, «zonas de riesgo»

Los planos y mapas de inundabilidad a 10, 100 y 500 años llaman a actuar en los puntos críticos del Ebro a su paso por Logroño sin prisa pero sin pausa

Javier Campos

Logroño

Sábado, 29 de marzo 2025

El estudio del Ayuntamiento de Logroño en el que se precisan las obras necesarias para adaptar el tramo del Ebro a su paso por la capital de La Rioja a las inundaciones a corto, medio y largo plazo señala el barrio de El Campillo, los alrededores de la desembocadura del Iregua y la zona de las huertas de Varea como principales «zonas de riesgo». Así, los planos y mapas de inundabilidad y, por tanto, de peligrosidad a 10, 100 y 500 años llaman a actuar en los puntos críticos sin prisa pero sin pausa.

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Al detalle, la inundación del tramo urbano para un periodo de retorno de una década deja ya ver puntos críticos en la zona dotacional-deportiva de la margen izquierda y en las huertas de Varea. Mientras que los parques del Ebro y del Iregua, además de el de La Ribera en menor medida, vendrían a sumarse a las zonas de riesgo para un periodo de un siglo. Por último, las afecciones, a medio milenio vista, son las que presentan esa especial incidencia en El Campillo, en la desembocadura del Iregua y en las huertas de Varea, donde incluso surgen nuevas escorrentías.

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El documento, firmado por un ingeniero agrónomo municipal, describe el cauce urbano del río advirtiendo de las características hidráulicas actuales: «Concretamente es aguas abajo de la presa de La Guillerma donde el río pasa de un comportamiento del flujo prácticamente unidimensional a bidimensional (pudiendo moverse en cualquier sentido). Así, pasa de estar en un cauce definido a inundar las llanuras de sus márgenes, tanto izquierda como derecha», reza el mismo.

Además, «en el segundo ciclo de la cartografía de riesgo, se puede observar que en la margen izquierda, concretamente en El Campillo, se inunda para periodos de retorno superiores a 10 años. Tal inundación se debe, hasta el paseo de Las Norias, al Ebro, pero en la mayor parte de la urbanización se debe a la salida de agua del denominado barranco de Oyón», añade al respecto.

Los citados planos y mapas de inundabilidad vaticinan que la inundación del tramo urbano iría más allá del actual soto inundable, saltando incluso al parque el Ebro; y con especial incidencia en la zona dotacional-deportiva de la margen izquierda (con Las Norias o el Adarraga pasando por el camping o la hípica), alcanzando y agravándose en el mencionado barrio al norte de la capital.

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«Ya aguas abajo de la presa de la central hidroeléctrica, en el paseo de Florida, el cauce se hace muy variable debido a los depósitos de sedimentos de gravas que crean sequeros, zonas de incremento de la velocidad de la corriente por concentración del flujo, y sifones hidráulicos«, continúa el documento al que ha tenido acceso Diario LA RIOJA.

En ese sentido, las afecciones también se dejarían notar con el paso del tiempo tanto en el parque de La Ribera (antiguas huertas de Madre de Dios) como, y sobre todo, en el parque del Iregua, con la citada zona de la desembocadura del afluente en el río como principal punto crítico, y muy a vigilar tanto a corto como a medio y largo plazo.

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«Estos trenzamientos del cauce dan lugar a erosiones en las márgenes que se agravan con las motas creadas en la zona de las huertas de Varea, lo cual puede ser peligroso en caso de colapso de estas infraestructuras lineales», concluye el estudio municipal. Y es que, no es nada nuevo, pero la proyección temporal pone en jaque a la tradicional zona de las huertas de Varea, donde ya se llevan lustros advirtiendo del efecto de las crecidas del Ebro. Propietarios del camino del Chivero ya pidieron medidas frente a la erosión del río en noviembre de 1994 y lo volvieron a repetir en febrero de 2022.

«El río Ebro se encuentra afectado, a su paso por Logroño, por profundas alteraciones humanas, entre las que destacan la construcción de varias presas para la producción de energía hidroeléctrica, azudes de derivación de aguas de riego, desvío del caudal en meandros, transformaciones de la cubierta vegetal y levantamiento de muros que reducen la capacidad del cauce en períodos de avenida. Todos los problemas detectados derivan esencialmente de este tipo de actividades», resumían hace más de 30 años José Arnáez Vadillo y otros autores en su 'El río Ebro en el municipio de Logroño', donde ya se exponía parte de la problemática actual.

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