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El barrio de San José de Logroño ya luce la 'pacificación' de sus calles para mejorar su uso peatonal y serenar el tráfico rodado. El proyecto, cuyo germen nació en 2017 y se concretó en la legislatura pasada para ejecutarse a lo largo de 2024, ha supuesto una inversión de 706.751 euros, financiada en buena medida por los 446.280,30 euros de fondos Next Generation.
El alcalde de Logroño, Conrado Escobar, junto a varios concejales y representantes de los vecinos, visitó este lunes la zona para comprobar entre otras novedades cómo los peatones han ganado más de mil metros cuadrados. Ejecutada por Ocisa, la actuación ha reurbanizado los accesos rodados y pasos peatonales perimetrales del barrio, implantando un área de tráfico calmado, que ha cambiado la fisonomía a las entradas y salidas de las calles Beatos Mena y Navarrete, Padre Marín y Caballero de la Rosa, en sentido norte-sur, así como en las calles San José de Calasanz y Cigüeña, en sentido este-oeste.
Para ello, se han creado diez 'puertas' de acceso a la manzana (cinco de entrada y otras tantas de salida), en cuya ejecución se han estrechado los accesos rodados y se han elevado las calzadas, junto con un cambio del pavimento y la introducción de señalética indicadora de que se accede a una zona de tráfico más sosegado. Como reseñó el edil de Urbanismo, Íñigo López-Araquistáin, el planteamiento inicial se ha mejorado con aparcamientos para bicicletas y motos cerca de los pasos de peatones para una visibilidad más clara.
Sobre la justificación de las obras realizadas con fondos europeos, López-Araquistáin descartó que la demora en la ejecución de las mismas («se retrasó algunos meses la última puerta», admitió el concejal) afecte a la consecución de los mismos: «No ha habido problemas».
Escobar reconoció que, dentro de las sugerencias y quejas de los vecinos, la voluntad del equipo de gobierno es apreciar el trabajo que queda por hacer e incidir en ese proceso de mejora continua. De ahí que Escobar destacara que «estas intervenciones de cirugía urbana permiten incorporar más espacio al sosiego, favoreciendo al peatón». A la vez, esa amplitud «debe ser compatible con otros actores muy importantes, como el comercio, la hostelería u otras asociaciones» sin perder el elemento de movilidad de un barrio tan cercano a la Universidad y al centro.
En el mismo sentido, el alcalde ha apuntado que «la ciudad es un proceso de mejora, cultiva, es un proceso permanentemente inacabado», por lo que «estas obras no pueden suponer nunca un punto final sino un punto y seguido para seguir mejorando».
Con motivo de la visita de fin de obra, la Asociación de Vecinos de San José ha indicado en una nota que ve «muy positivos los cambios» porque, según asegura «la mejora de la visibilidad y la reducción de velocidad de los vehículos a motor hacen más seguros los cruces de entrada y salida de nuestro barrio». Sin embargo, también ha criticado «los retrasos de la obra, que no han acarreado consecuencias para la empresa adjudicataria», y ha advertido de los desperfectos que han percibido en las obras recientemente finalizadas, amén de las molestias sufridas durante la ejecución de las mismas. Así, los vecinos han solicitado, por ejemplo, «la colocación de las baldosas que han sido sustituidas por cemento en la calle Beatos Mena y Navarrete, el repintado de los pasos de peatones que ya están casi borrados, la señalización de carril bici en dos pasos de peatones de la calle Luis de Ulloa o el control de velocidad en las calles interiores y periféricas.
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