Su aparición, de la noche a la mañana y en sitio tan insospechado, ha sorprendido a propios y extraños, sobre todo a los primeros. De ahí que la pregunta, dado que de momento no cuenta con la explicación que corresponde, sea inevitable dada la curiosidad ... que despierta el carruaje. «¿Qué es esa carroza? ¿A quién pertenece?», se han preguntado no pocos estos días al pasar por Mercaderes y asomarse a un CCR por fin abierto al público.
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La respuesta, en parte, ha llegado con el primero de los carteles colocado: «Landó del siglo XIX. Coche de ciudad de lujo con capote abatible detrás de cada uno de sus asientos. Conocido como 'calesa de Alfonso XIII'». Y falta un segundo, en el que se dará cuenta del uso que el rey hizo del mismo, concretamente en su segunda visita oficial a Logroño el 14 de octubre de 1925, donde ya había estado como un joven adolescente en 1903.
El coche de caballos, parte de los 'lujos' con los que entonces la capital de La Rioja agasajó al monarca conocido como 'el Africano' por la guerra del Rif (Marruecos), luce desde hace unos días en el Centro de la Cultura del Rioja, y lo hace después de que durante años permaneciese almacenado en el Parque Municipal de Servicios sin que nadie tuviese muy claro qué hacer con él.
«Calesa del siglo XIX tapizada en terciopelo rojo; con el escudo de Logroño grabado en la puerta, propiedad del Ayuntamiento», puede leerse en la ficha descriptiva basada en el inventario de la propia Administración local. Una calesa que, sin embargo, no es tal, sino que se trata de un landó, un tipo de carruaje cubierto de cuatro ruedas que, entre los coches de caballos, era un vehículo sumamente cómodo y considerado, por tanto, de lujo. Y todo apunta, aunque hay diferentes versiones, que el mismo era el «coche del alcalde» o coche oficial del Consistorio cuando el decimotercero de los 'Alfonsos' visitó Logroño por segunda vez y no un vehículo que fuese adquirido 'ex profeso' para tan ilustre visitante.
De ello daba cuenta Diario LARIOJA en sus crónicas de aquellos días y, de hecho, en el archivo municipal, tal y como corrobora Isabel Murillo García-Atance, no hay constancia presupuestaria de que el mismo se financiase ni aquel año ni mucho menos para dicho evento en concreto.
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«El rey entrará en la ciudad en el coche del alcalde y se dirigirá por la calle del Mercado –hoy Portales– a la Colegiata –hoy concatedral–», escribía este mismo periódico ese 13 de octubre. Para ya el 15, y dando cuenta del viaje, precisar que «ocupó el 'landeau' tirado por dos briosos caballos alazanes, que le ofreció el alcalde, en cuya compañía entró en la ciudad» para, posteriormente, «al salir de la Colegiata –La Redonda–, y queriendo el rey corresponder a la efusividad con que el pueblo le había acogido, dispuso retirasen el coche del alcalde para hacer a pie el trayecto comprendido entre la iglesia y el ayuntamiento –el actual IER–».
Parece claro que el coche era municipal; el oficial del Ayuntamiento, escudos incluidos, y probablemente se usaría tanto antes como después de tal visita –así lo apunta, además, Federico Soldevilla, de la asociación de Amigos de La Rioja–. Las mismas crónicas precisan que el monarca, ya por la tarde, ocupó «un automóvil de su real Casa» –no en vano, viajó desde Madrid a Miranda de Ebro en tren, y desde allí se desplazó a Logroño «conduciendo en persona un Hispano-Suiza»–.
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El landó en cuestión, que quedó retratado para la posteridad en varias imágenes de publicaciones y colecciones particulares, puede verse ahora tras años cogiendo polvo. Y al menos en principio, una vez recuperado, el CCR, una vez reinaugurado, parece ser el lugar elegido. Así lo explica el actual concejal de Arquitectura y Patrimonio Histórico, Íñigo López-Araquistáin. Pasen y vean (aunque llama la atención ya desde la calle por las cristaleras).
No es el primer mandato que el Ayuntamiento busca la forma de dar salida a los bienes históricos de los almacenes municipales para recuperar y recolocar algunos de ellos. El Parque de Servicios guarda algunos 'tesoros', parte de la memoria colectiva de la ciudad, y el reto vuelve a ser sacarlos a la luz y exponerlos. Aunque, como siempre, hay piezas más fáciles que otras. Tal es el caso de la calesa de Alfonso XIII. Durante años ha sido uno de los referentes en los reportajes que cada cierto tiempo publica este periódico sobre «esa otra ciudad dentro de la ciudad» en que se ha convertido el depósito local. El carruaje verde oscuro, con unos pequeños escudos de Logroño pintados a mano en sus puertas, siempre ha estado en dichas dependencias, e incluso le ha acompañado una versión popular que dice que no se utilizó en esa visita del monarca. De tal manera que la duda sobre su no uso entonces pasó a convertirse en una especie de leyenda urbana. Se ha investigado, y de ello se dará cuenta en breve junto al 'vehículo'.
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