Botellón en el parque del Ebro este sábado por la noche. Justo Rodriguez

El botellón cambia su 'modus operandi'

Con la apertura del ocio nocturno, los jóvenes riojanos bajan al parque del Ebro para beber y «ahorrarse un dinerito» antes de entrar en las discotecas de la capital

Domingo, 3 de octubre 2021, 08:35

El botellón sigue vivo. Pese a que muchos pensaban que la práctica tenía los días contados con la apertura del ocio nocturno, el parque del Ebro volvió a acoger la noche del sábado a cientos de jóvenes riojanos con ganas de celebrar. Pero esta vez ... lo hicieron de manera diferente. Mucho más temprano que en otras citas, los asistentes decidieron empezar la noche con unas copas cerca de la ribera del río.

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Tal y cómo ocurría antes de la pandemia, los más jóvenes comenzaban a calentar motores con un botellón que se alargaba hasta las 2.00 o 3.00 de la madrugada para subir con prisa a las pistas de baile de los locales del Casco Antiguo o las discotecas de la capital. Un 'modus operandi' que se retomó este fin de semana. «Hemos bajado al parque del Ebro para beber antes de ir a la discoteca, así nos ahorramos un dinerillo», aseguraba Eduardo mientras se servía su copa en el parque. «Queremos apoyar a los hosteleros y por eso luego subiremos a los bares pero no nos podemos permitirnos salir toda la noche a cubatas de 7 euros», manifestaba Guillermo en otro grupo.

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El plan de los asistentes al botellón del sábado noche estaba claro: beber en el parque e ir después a las salas de ocio nocturno. El problema vino cuando las discotecas de la capital riojana completaron su aforo disponible a la velocidad del rayo. De nuevo en la calle y sin otro lugar donde poder dar continuidad a la fiesta, el parque del Ebro se vislumbró como la única opción disponible. Así, muchos retomaron la ruta hacia un plan que «nunca falla». Paula y Lucía fueron algunas de las que se quedaron a las puertas de uno de los locales logroñeses. «No nos han dejado entrar a la discoteca porque tenían ya el aforo completo, así que hemos vuelto a sacar el alcohol que habíamos guardado y hemos bajado al botellón», comentaba resignada una de ellas.

Aun con todo, la estampa de este sábado distaba mucho de las aglomeraciones de otras citas. Hubo menos gente, en grupos más dispersos, repartida por la amplia extensión de un parque que se resiste a echar el cierre. El ocio nocturno no ha logrado poner en jaque a un botellón que, según consideran sus asistentes, «existe y existirá siempre».

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