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Lo que muchos se llegaron a temer, lamentablemente, se ha confirmado. Y lo que ellas no querían ni ver, por mucho que les costase dado ... su valor sentimental, ya es un hecho y tardarán en que se les vaya de la cabeza. El rótulo de El Barato se ha ido, ante la incomprensión de Felicidad y Araceli, y con él una parte importante de la historia vital de madre e hija, de la comunidad que en algún momento dado ha formado parte de la tienda de confecciones de la plaza del Mercado.
Se ha ido y, lo que es peor, se antoja difícil que pueda volver. Las propietarias son conscientes aunque, que quede claro, el singular elemento se ha guardado para su recolocación en el interior del primer piso del mismo edificio. «Todo lo que se nos dijo desde el Ayuntamiento de Logroño ha sido un brindis al sol, nos hemos visto obligadas a retirar el letrero para continuar con las obras en el local y terminar la reforma de la fachada pudiendo optar así a la correspondiente ayuda a la rehabilitación», explica Araceli Crespo García.
La plaza del Mercado sigue perdiendo esencia, despersonalizándose cada vez más en esa deriva emprendida ya desde hace mucho por el Casco Antiguo de Logroño con una ciudad empeñada en borrar su historia. La retirada del rótulo de El Barato, en la práctica, es mucho más que la pérdida de un letrero. No en vano, y como tantas veces se ha escrito, se trata de elementos que conducen a lugares, como ya definiesen José Miguel y Aurora León en la 'Guía de Arquitectura de Logroño', «que por la intensidad de su uso, por su carácter tópico o típico, o por su singularidad, se convirtieron en pequeños referentes, en visitas obligadas o en sentimentales iconos».
El caso de El Barato, un histórico que no por estar cerrado deja de serlo, vuelve a poner de manifiesto que Logroño tiene un problema. La capital de La Rioja, a día de hoy, sigue sin contar con normativa alguna que obligue a la conservación o protección de elementos singulares tales como rótulos en particular, o escaparates en general, dejando exclusivamente a la decisión del propietario la supervivencia de los mismos. Y lo que es más grave, a veces los deseos de mantenimiento se topan con la propia Administración local y una normativa que no entiende de sentimentalismos.
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«Mi madre está muy afectada, todo esto le ha superado. Ella, tras el cierre, siempre ha querido la continuidad de la tienda vía alquiler y manteniendo el letrero, eso por supuesto», pone de manifiesto la hija, desencantada con la resolución final después de que, tras aparecer su problema en Diario LARIOJA, tanto el alcalde como concejal delegado hablasen con ellas apostando por modificar las citadas normas urbanísticas, sobre todo en el Centro Histórico, para atender «estas y otras excepcionalidades» –a la espera de la revisión del catálogo de bienes arquitectónicos protegidos del PGM–.
El hecho de que no cumplan con las actuales normas urbanísticas del citado PGM (dicho de otro modo, al encontrarse fuera de ordenación), que por otro lado datan de 1985, no pudiendo por tanto optar a las ayudas municipales a la rehabilitación, se ha impuesto finalmente. «No podemos hacer eso al resto de vecinos, esto es una comunidad, y aunque nadie lo entiende, no nos queda otra que asumirlo», apunta quien recuerda que no es la primera vez que pasa y, desgraciadamente, nadie asegura que sea la última de no modificar la legislación.
Así, y con tales precedentes, a la propiedad de Confecciones El Barato, referencia textil en el Casco Antiguo desde tiempos del Logroño en blanco negro, no le ha quedado otra que resignarse. Con los años, el rótulo pintado a mano del establecimiento ha formado parte por derecho propio del paisaje urbano más reconocido y reconocible, indentidad diferencial no solo para la tienda, sino para el comercio de toda la vida; y ahora, de golpe y porrazo, se ha descolgado desapareciendo quizás para siempre. «Da pena, y mucha rabia, pero por lo visto es lo que hay», sentencia Araceli a modo de epílogo.
Al respecto, el concejal de Arquitectura y Patrimonio Histórico, Íñigo López-Araquistáin, puesto en contacto con este periódico, ha precisado que «ha sido la propiedad quien ha decidido quitarlo para no tener problemas con la subvención». Y todo ello tras una reunión con los propios técnicos del Casco Antiguo, donde «quedamos en acelerar la modificación de la normativa para proteger estos elementos con el compromiso de que cuidaban el rótulo con la previsible reposición a futuro una vez la normativa lo permitiera».
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