La avería en uno de los hornos del cementerio retrasa las incineraciones y traslada otras fuera

En el cementerio municipal se llevan a cabo cinco incineraciones cada jornada de la mano de dos funcionarios. Dos en un horno y tres en el otro. Raro es el día que bajan de ahí porque cuando no hay servicios normales se incineran restos, confirman en la administración local. Ahora mismo, con uno inutilizado, solo hay dos cremaciones al día. Las de restos esperan porque la prioridad es la otra.

Las funerarias de la ciudad confirman que estos días las incineraciones se han retrasado, incluso que personas fallecidas el lunes solo podrán ser incineradas el viernes. Tres días más tarde de lo habitual.

Tanto Mémora como San José tienen servicios de crematorio en otras localidades riojanas, la primera en Arnedo y, la segunda, en Calahorra. Y hay familias que han recurrido al traslado para evitar la demora, cuentan también, aunque no ponen números a los servicios realizados fuera. Ayer, por ejemplo, sí se dio el caso de una familia que prefirió recurrir a Calahorra. Depende de las circunstancias de cada caso, indican.

Logroño estrenó su primer horno incinerador en el marco del cementerio municipal en 2001. Cuando se abordaron las obras, los números que manejaba la ciudad eran de 993 defunciones, de las que 826 acababan en inhumaciones y 35 en incineraciones que se realizaban fuera de la capital. Para 2010, Logroño se proveía de un segundo horno. Y ello porque, en 2009, de los 1.293 fallecidos, 732 fueron incinerados y 561 inhumados.

Los hornos que funcionan actualmente en el cementerio municipal son estos mismos, con unos cuantos años más y con una pandemia y, por tanto, aquella sobrecarga, de por medio. Si en algún momento se barajó la instalación y puesta en marcha de un tercero, la iniciativa nunca prosperó.

El concejal del área, Iván Reinares, cuenta que la colocación de un horno más costaría, en estos momentos, entre dos millones y medio y tres, dado que habría que realizar adaptaciones a la actual ubicación.

Por ese motivo, también se plantea la posibilidad de construir un crematorio nuevo que disponga de salas para despedidas adecuadas, algo de lo que ahora se carece. Sería en una ubicación nueva, también junto al cementerio. Los actuales hornos quedarían para restos.

La primera aproximación al precio de una dotación así, que han hecho técnicos municipales, habla de entre cuatro y cinco millones de euros. Que se rompan los hornos no es raro. Suele ser la solera en la que se colocan los féretros, cuenta Reinares. Pero ahora han coincidido dos averías más importantes, la aún pendiente de reparación y otra, en el otro horno, hace un par de meses. En estos momentos, los porcentajes de incineraciones frente a inhumaciones se encuentran en torno al 85-15 avanzando hacia el 9-10, dijo el concejal.