Final de obras previsto para entre octubre y noviembre y, paralelamente, y he aquí la novedad, contratación de una asistencia técnica para decidir los usos de la primera y segunda plantas del mercado de San Blas. El nuevo equipo de gobierno se replantea lo de ... las oficinas de alquiler y los espacios de coworking de los que venía hablando el anterior y, con la fecha de finalización de las obras en el horizonte, piensa en darle una vuelta de tuerca al proyecto... que tendrá continuidad, casi con toda seguridad, con nuevas obras de adecuación a esos nuevos usos que deberán cristalizar a lo largo de 2024.
«El proyecto anterior era lo suficientemente amplio como para poder introducir cualquier cambio, es decir, está abierto a cualquier posibilidad, por lo que existe bastante margen de maniobra». Tales usos, eso sí, «no competirán en ningún caso con los comerciantes ni hosteleros del entorno», ha precisado este lunes el concejal de Promoción de la Ciudad, Miguel Sáinz, que ha visitado la heredada reforma de la plaza de abastos junto al concejal delegado de Arquitectura y Patrimonio Histórico, Íñigo López-Araquistain.
Las obras, que partieron con un presupuesto de aproximadamente 3,1 millones de euros con financiación de los fondos europeos, han sufrido un modificado recientemente «de casi 900.000 euros», aprobado por el anterior Ejecutivo local. Un modificado «que en gran medida responde a la necesidad de ir solventando cuestiones técnicas que han surgido al desmontar buena parte de las estructuras de los servicios y mecanismos internos de un mercado antiquísimo que ha registrado varias reformas anteriores parciales».
La rehabilitación, que se ha llevado a cabo sin el cierre de la plaza de abastos con todos los puestos abiertos y manteniendo su actividad como casi siempre, debe culminar decidiendo los usos de la primera y segunda plantas, incluso del sótano, pues la baja seguirá como mercado tradicional. Y es ahí donde surgen las dudas, aunque ambos concejales han dejado claro que «en ningún momento el Ayuntamiento de Logroño va a permitir o está dispuesto a traer ningún tipo de uso o actividad que pueda competir directa o indirectamente con lo que ya hay».
Partiendo de esta base, «no descartamos ningún uso, salvo aquellos que compitan, como hemos dicho, con el mercado de abastos o con lo comercial y hostelero de la zona (...) incluso una asistencia técnica, especializada en la dinamización de espacios como éste, pues tenemos la obligación de conocer experiencias de éxito o de fracaso que haya habido en otras ciudades a la hora de dinamizar las plantas primera, segunda o incluso el sótano» (donde también queda en el aire la puesta en marcha de un sistema de logística de última milla y un almacén vinculado a este sistema de reparto).
Una asistencia técnica que, según lo avanzado, se desarrollaría «mientras se acaba la obra, es decir, de aquí a final de año, para no perder tiempo, de forma que en el mes de enero o de febrero tengamos ya un planeamiento claro y una decisión acertada de qué se va a colocar aquí». Ello llevaría, según lo dicho, «aproximadamente un año, o un año y medio como mucho».
De entrada, caben usos expositivos como hasta la fecha (que se desarrollan en la segunda planta), caben también usos cercanos a la dinamización cultural (la cultura lleva tiempo estando presente) o estancia de menores y de familias, un espacio que permita incluso que los padres puedan dejar aquí a los hijos mientras realizan compras en los comercios en la zona... y todo ello con la idea de «crear un eje cultural y patrimonial» con ese Espacio bautizado como 1521, «que comprendería desde el Revellín, Murrieta, Defensa, hasta el Mercado y el CCR, pasando por la zona centro comercial de Logroño y el espacio intergeneracional de la actual estación de autobuses».
Desde el equipo de gobierno municipal se concreta que se está revisando que todas las necesidades de los comerciantes de la plaza de abastos estén cubiertas con el proyecto y se estudia, con agentes dinamizadores de la zona (vecinos, comerciantes, hosteleros) y con las unidades técnicas municipales, diversas alternativas de usos para las plantas primera y segunda: usos «dinamizadores y que complementen la actividad económica de la zona».
Un abanico de opciones entre las que Sáinz ha esbozado posibles usos relacionados con la gastronomía, el vino o el ámbito comercial «siempre que no compitan con el comercio y la hostelería de aquí, repito», así como «usos culturales, didácticos o de actividades familiares».
Según han subrayado ambos, se han solventado los contratiempos surgidos en el desarrollo de las obras, principalmente los problemas de filtraciones de agua en el sótano. Y es que el objetivo de los trabajos va más allá de un «lavado de cara» de San Blas. A consecuencia de los trabajos, en la entrada al mercado, por la calle Sagasta, han aparecido al realizar una cata unas piezas cerámicas muy características de las obras de Fermín Álamo, socio de las antiguas Cerámicas Riojanas.
Desde el Ayuntamiento ya se está estudiando junto con los técnicos municipales «la mejor forma de ponerlas en valor», haciendo posible que sean visibles, al menos en parte, a los logroñeses y turistas, «ya que dichos azulejos forman parte de las señas de identidad de la arquitectura logroñesa de principios del siglo XX».
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