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Arcos del interior del depósito de Amós Salvador, que fue inaugurado en 1889. Rodrigo Merino
Los antiguos depósitos de agua de Logroño, «un asunto pendiente»

Los antiguos depósitos de agua de Logroño, «un asunto pendiente»

El mayor conjunto de patrimonio industrial de Logroño, ubicado en el parque de los Enamorados, sigue a la espera de un proyecto que mejore su estado y lo haga más accesible

Iñaki García

Logroño

Viernes, 21 de marzo 2025, 20:01

Pasan los años y los antiguos depósitos de agua de Logroño, ubicados en el parque de los Enamorados, siguen representando «un asunto pendiente» para la ciudad. Así lo reconoció este viernes el concejal de Urbanismo, Íñigo López-Araquistáin, en una visita que los participantes en el curso 'La ciudad a través de su industria' de la Universidad Popular de Logroño realizaron al mayor conjunto de patrimonio industrial de la capital riojana. Una iniciativa de la que se extrajeron dos conclusiones: que los depósitos representan «unos grandes desconocidos» y que «hay que hacer algo con ellos» para mejorar su estado.

Tres son los tanques que forman parte del conjunto. Al primero se le conoce por el nombre de su ideólogo, Amós Salvador, y esconde en su interior un espacio «inimaginable» cuando la construcción se le ve desde el exterior. Si por fuera los grafitis mandan en su parte posterior, una vez dentro el visitante se introduce en un «sorprendente» y amplio habitáculo coronado por una cúpula abovedada. «Me recuerda a la mezquita de Córdoba por la posición de los arcos», señala Isabel Muñoz, arquitecta-guía del taller de laUPL. «Entras, no te esperas ver eso y, de repente, se convierte en algo mágico», añade.

Una «joya» (inaugurada en 1889) que, sin embargo, pocos logroñeses han tenido la oportunidad de conocer. «Pocas veces se ha abierto al público porque cuenta con problemas de accesibilidad», reconoce López-Araquistáin. Entre ellos, se incluye la escasa altura de los arcos por los que hay que transitar por la pasarela central y «una complicada escalera de caracol» que lleva al visitante a la parte más baja.

«Hoy se permiten visitas reducidas, pero no el acceso libre», señala López-Araquistáin para asegurar después que el Ayuntamiento está estudiando «posibilidades» para que ese espacio se conozca más. «Esperamos que se puedan dar pasos en el futuro, pero no es fácil», augura el concejal. «Hasta que llegue ese momento, sí que animo a que colegios o asociaciones organicen visitas reducidas; desde el Ayuntamiento estamos abiertos», remata.

«Ideas hay para mejorar, pero requieren una inversión importante y hay que tener claro cómo se puede hacer»

Íñigo López-Araquistáin

Concejal de Urbanismo

«Que se pierda y se olvide este patrimonio me da mucha pena; no solo esto, también otros edificios de Logroño y La Rioja»

Isabel Muñoz

Arquitecta-guía de la UPL

«Cómo la gente puede, con el depósito vallado, entrar y destrozarlo; es una verdadera lástima»

Isabel Jiménez

Participante en el taller

Lo cierto es que los que lo conocen se quedan «encantados» con lo que ven. «Conocía los depósitos, pero no había entrado y me ha sorprendido gratamente», afirma Carlos Bengoechea, uno de los participantes en la visita de este viernes. «Me recuerda a un aljibe árabe», apostilla antes de que otra compañera, Isabel Jiménez, se manifieste en una línea similar. «Conocía otros depósitos, más modernos, y este me ha parecido espectacular», resume. «Hay que protegerlo mucho», reflexiona.

«No nos olvidamos»

El depósito de Amós Salvador es el más representativo, pero no el único que esconde el parque de los Enamorados. Hay dos más. Uno de ellos, construido en 1923, está bajo tierra aunque aún se aprecian las canalizaciones que lo rodeaban y el tercero, de 1929, es circular y sí es visible a los transeúntes, aunque no resulta accesible. El problema es su estado: mal conservado, con numerosa maleza y vegetación en su interior y con incontables grafitis. «Se debería hacer algo para limpiarlo y mantenerlo; si no se hace nada, va a ir a peor», avisa Isabel Muñoz. «Creo que merecería la pena invertir en esto», opina.

Interior del depósito circular, que data de 1929. Rodrigo Merino

Al respecto, López-Araquistáin lamenta el vandalismo que ha sufrido la construcción y admite que se trata de «un asunto pendiente» para la ciudad. «Ideas hay para mejorar su situación, pero requieren una inversión importante y hay que tener claro cómo se puede hacer», analiza. «Pero no nos olvidamos», deja claro.

Los visitantes, mientras, definen como «una pena» su estado. «Cómo la gente puede, estando vallado, entrar y destrozarlo», se pregunta Isabel Jiménez para que después la guía de la actividad de la UPL recuerde la importancia de que «no quede en el olvido» todo el esfuerzo que se hizo hace más de un siglo por traer el agua a Logroño. «Que se pierda y se olvide me da mucha pena; no solo esto, también otros edificios de Logroño y La Rioja», apunta antes de concluir con una frase que resume su pensamiento:«Edificios que desaparecen, ciudades que olvidan».

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