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A pesar de que han pasado exactamente 30 años, lo recuerdan como si fuera hoy mismo: Daniel y Carlos Menchaca fueron los primeros que se bañaron en las piscinas de Las Norias en 1993. Los hermanos, de entonces 13 y 9 años respectivamente, querían ir al nuevo recinto el primer día que se abriera al público. Y si podían ser los primeros en entrar, mejor. Y así fue.
El día salió como el del 30 aniversario. Muy nublado y amenazante de lluvia. Incluso peor, porque la temperatura entonces era mucho más baja. Así que cuando llegaron, solos, lo único que se encontraron fue un grupo de periodistas que esperaba a los primeros bañistas para hacerles la foto. Entre esos reporteros estaba nuestro compañero Juan Marín, el mismo que ayer colocaba al detalle a los dos protagonistas en el mismo lugar para emular la imagen tomada en 1993. No faltó ni la toalla ni el bañador. Y mientras se colocaban, recordaban que a la emoción de disfrutar de aquel gran recinto por primera vez se unió el hecho de ser protagonistas de las páginas de Diario La Rioja.
Los dos hermanos rememoran que aquello fue un gran acontecimiento para Logroño: «Piensa que veníamos del Ebro, con hormigón y piedras. Así que entrar en un lugar con piscinas, tobogán y unas duchas que se activaban solas al pasar nos parecía algo increíble», explica Daniel. Tanto que, según recuerda el reportaje publicado por Emilio Ramírez, fue una de las cosas que más entretuvo a los dos hermanos.
Y aquel lugar tan «increíble» se convirtió casi en un hogar veraniego para ellos. Para ellos, y para medio Logroño. «Esto se llenaba de cuadrillas de jóvenes. Para venir en autobús nos teníamos que organizar muy bien. Porque o lo cogías en la primera parada, o ya en la segunda no tenías sitio. Y eran autobuses específicos para Las Norias», cuenta Daniel. Pero no solo los jóvenes disfrutaban. «Los padres se ponían en una zona y los jóvenes en otra. Y cuando tocaba merendar o cenar nos acercábamos», añade. Pero era como un momento de libertad con los amigos. Una burbuja.
Ese ambiente familiar se sigue respirando en el recinto, pero la normalización de las piscinas en las urbanizaciones de vecinos le ha robado la exclusividad. Sin embargo, ni Carlos ni Daniel han querido renunciar a ese vínculo con Las Norias que han tenido desde que eran unos niños. Y lo han querido trasmitir. «Antes teníamos el carnet familiar con nuestros padres. Ahora lo tenemos con nuestras familias, con nuestros propios hijos», cuenta Carlos. Y es que el pasar un día en Las Norias, comiendo allí o con el taper, junto a amigos y con la calma que da el espacio y el no tener prisa más allá de la hora prudente de irse a casa, es para ellos parte de su rutina veraniega.
Ambos reconocen que las instalaciones han envejecido muy bien y recuerdan con nostalgia la gran afluencia de logroñeses de aquella época. «Había dos campos de fútbol y jugábamos a 'gol' (cuando un equipo marca, entra otro) para poder turnarnos más rápido y poder jugar todos», dice Daniel. Y en la estrella del recinto, el tobogán, siempre había cola.
Aquella experiencia, la del 21 de junio de 1993, se les quedó grabada a fuego en la memoria. Y no es para menos. Ya lo decían las líneas de diario La Rioja: «Los hermanos Menchaca se han adjudicado el 'galardón' de ser los primeros que estrenan las limpias aguas del nuevo complejo».
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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