Imagen del día de la inauguración de la estatua de Sagasta en Logroño, el 18 de enero de 1891. IER

Un 130 aniversario, por fin, tranquilo

Ninguna estatua se ha movido tanto como la de Sagasta en Logroño, inaugurada en 1891 y que ha tenido tres ubicaciones y al menos cuatro pedestales

Diego Marín A.

Logroño

Sábado, 23 de enero 2021, 09:07

Ninguna estatua se ha movido tanto como la de Sagasta en Logroño. El pasado 18 de enero se cumplieron 130 años de la inauguración de la efigie del político liberal Práxedes Mateo Sagasta (Torrecilla en Cameros, 1825-Madrid, 1903) que, aunque hace ya muchos ... años que está allí presente, lo cierto es que no siempre ha permanecido en el mismo lugar.

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Cuando el alcalde José Rodríguez Paterna decidió homenajear al riojano que fue presidente del Consejo de Ministros, lo hizo encargando la obra al escultor Pablo Gibert (autor de la estatua del Espartero) y colocando al insigne sobre un gran pedestal en la parte norte de la glorieta del Doctor Zubía, casi en la esquina con la avenida de Navarra, poniendo la guinda a un proyecto urbanístico de Luis Barrón. Ya entonces, en este punto se encontraba el primer instituto provincial de Logroño, posteriormente bautizado Sagasta, en lo que fue el antiguo convento del Carmen.

Estreno en 1976 de la estatua rehabilitada por Jesús Infante, tras ser decapitada. JERÓNIMO JIMÉNEZ

En 1938, unas versiones dicen que con motivo de «una remodelación de los jardines de la glorieta», otras por el franquismo y tal vez ambas tengan razón y la primera sea la excusa de la segunda, fue trasladada al otro lado del río Ebro, frente a Bodegas Franco Españolas, lo que casi supuso un destierro. Lo cierto es que en el traslado la estatua perdió toda la ornamentación y la fuente sobre la que se había erigido. Eso sí, Sagasta, entonces, miraba a Logroño, frente al puente de Hierro, del que fue impulsor.

En 1941 la estatua fue decapitada y su cabeza, dicen, arrojada al Ebro y perdida para siempre. Infante esculpió una nueva

Para mayor inri, el 29 de noviembre de 1941 la estatua fue decapitada y su cabeza, dicen, arrojada al río y perdida para siempre. No fue hasta el 12 de enero de 1976, con Narciso San Baldomero como alcalde, cuando Sagasta regresó al centro de la ciudad, con una nueva cabeza de bronce esculpida por Jesús Infante y un pedestal mucho más pequeño que el original y el actual, situándose entonces en un lugar de donde ya no se ha movido, en el lado oeste de la glorieta, en la confluencia de las calles Duquesa de la Victoria y Muro del Carmen. Hasta entonces había pasado 35 años en los almacenes municipales.

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En el 2009, no obstante, toda la glorieta se renovó, elevando a Sagasta sobre un pilar más imponente, que, de hecho, ya se había cambiado en 1991, acompañándolo entonces de una pérgola. Aunque, en esos últimos trances del siglo XX, Sagasta todavía protagonizó una insólita escena. Fue Federico Soldevilla quien tomó una fotografía para la eternidad, la de la estatua encadenada a un árbol, a pie de calle. Medio en broma, medio en serio, alguien debió de justificar que era «para que no se fuera de vinos a la calle de San Juan», es decir, quizá, para que nadie se la llevara antes de volver a izarla para siempre.

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