Alfombras Colón, otro clásico del comercio logroñés que dice adiós

Al llegar al céntrico comercio logroñés, un gran cartel deja bien a las claras los motivos del cierre: «Liquidación total por cese. Jubilación». Los grandes escaparates de la tienda, de hecho, ya están completamente vacíos, aunque en el interior aún queda bastante género a la venta. De hecho, eso ha hecho que la fecha prevista para cerrar se haya retrasado un tiempo. «En principio, iba a ser a finales de diciembre, pero continúo un par de meses más», cuenta Sáenz, quien empezó a trabajar en este sector hace ya medio siglo. «Con 14 años comencé en una empresa que se llamaba Almacenes González Cuevas, en la plaza de San Bartolomé», recuerda.

Después pasó por otras tiendas dedicadas al hogar hasta que en 1998 abrió Alfombras Colón junto a otro socio, que ya se jubiló. «Empezamos con muchísima ilusión», rememora. «Este mundo a mí me encanta y al principio, por ejemplo, se vendía mucha alfombra manual, que costaba mucho dinero», añade. Sin embargo, según cuenta, con la crisis de 2008 llegó el bajón. «Y a partir de entonces nos fuimos manteniendo hasta que ha llegado un momento en el que el poder adquisitivo es mucho menor y la gente compra, pero hasta un determinado precio», opina.

Y luego está internet. «Los jóvenes ya no compran casi en las tiendas», asegura Sáenz. «La gente sí que viene, mira, toca, compara y, cuando te descuidas, le hace una foto a la alfombra para buscarla luego en el ordenador y tratar de encontrarla más barata», añade, Eso hace que, en su opinión, el comercio de proximidad esté abocado a desaparecer. «Mi vaticinio es que en siete años quedará solo el 20% de las tiendas pequeñas», lamenta. De hecho, sus clientes le preguntan ahora que dónde van a poder comprar alfombras. «Eso me dicen, que les va a quedar un vacío porque nosotros éramos 'los últimos mohicanos' de este sector en Logroño», destaca. «El comercio local de alfombras ha desaparecido, pero aquí y en toda España», recalca.

De cualquier modo, el balance que hace de tantos años atendiendo al público es positivo. «El trato siempre ha sido muy agradable, ha sido muy gratificante», resume Sáenz quien, sin embargo, no cree que eche de menos la tienda cuando se jubile. «Han sido cincuenta años de trabajo y creo que ya ha llegado el momento de descansar», concluye.