JAVIER CAMPOS/ DAVID F. LUCAS
Lunes, 20 de agosto 2018, 21:21
Losas partidas, baldosas hundidas y, sobre todo, adoquines levantados. El deterioro del pavimento de las Cien Tiendas es evidente y, mientras el firme acumula desperfectos, las molestias a comerciantes y vecinos son tema recurrente de conversación. «El otro día tropezó una señora cargada con bolsas de la compra y casi se cae al suelo... con las terrazas llenas, además», comentan en la confluencia de Juan XXIII con Calvo Sotelo, donde se suma algún que otro ciclista a las críticas por un estado que dista mucho de ser el mejor. Y los riesgos se multiplican cuando llueve, dicen.
Publicidad
Que los adoquines bailen sin parar tanto en las citadas calles como en Doctores Castroviejo, Ciriaco Garrido y Beti Jai, todas ellas peatonales, ya no le sorprende a nadie. Basta ver el tránsito de vehículos, muchos de ellos furgonetas al tratarse de una zona de carga y descarga, para darse cuenta del problema. «Reparaciones hay, sí, pero no dejan de ser parches a un problema que, a día de hoy, es de difícil solución», coinciden en precisar quienes habitan la zona.
«Nos dicen que los arreglos se van haciendo cuando se puede a la espera de la remodelación global de las Cien Tiendas, que está a expensas de la ejecución del proyecto de Maristas... Se presupuesta lo del polideportivo desde el 2016, se nos recuerda el proyecto conjunto de la zona junto a la Glorieta y la plaza de la Paz, pero aquí seguimos sin ver nada. Lo que no empieza nunca puede acabar». Quien así lo explica es Roberto Pinillos, presidente de la asociación comercial Cien Tiendas, que da voz, en parte, al sentir general del barrio.
Quienes sufren el mal estado del pavimento, agravado especialmente en la zona de rodadura de los vehículos, apuntan directamente al tráfico. «Ya quedó demostrado en Gran Vía que el adoquinado y los coches son una mala combinación y aquí pasa exactamente lo mismo», sostienen. E incluso transitan camiones. «Los técnicos municipales deberían estudiar las distintas posibilidades, incluso disminuir la tara máxima autorizada para circular por la zona», sostiene Pinillos.
«Son hundimientos que provocan los vehículos pesados, eso está claro... El suelo no lo soporta y el resultado salta a la vista», explica Beatriz, desde una zapatería. «Cuando llueve es horrible, a nosotras incluso nos entra agua en el local por el desnivel del firme», añaden Sara y Ana, desde una óptica cercana. Hace falta mantenimiento, concluyen en ambos negocios.
Publicidad
«Lógico y normal, como en cualquier otra zona de la ciudad... Pero aquí tocan obras un año y al siguiente tocarán en otro sitio. No lo veo tan desastroso como dicen, ni peor que otras peatonales de Logroño», sentencia Nuria, desde una de las muchas tiendas de moda de la zona. «Siempre ha estado así. Dicen los que más llevan por aquí que el problema fue de inicio, de concepción de la obra tal vez pensando que no pasarían vehículos tan pesados. Yo lo único que puedo decirte es que debo llevar mucho cuidado con la bandeja cuando sirvo la terraza para no tropezar y caer», constata una camarera de uno de los bares del vecindario.
¡Oferta especial!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.