Adiós a un Logrostock con sabor agridulce

La cita volvió a transformar el céntrico Espolón Logroñés en un gran escaparate comercial al aire libre en el que, en esta ocasión, participaron 150 comercios, con presencia en 201 stands. Moda, textil, calzado, hogar… una oferta diversa y salpicada de 'gangas' que convirtió la feria en ineludible, no sólo para logroñeses, sino también para cientos de visitantes de localidades limítrofes. De hecho, según los datos aportados por la organización, casi tres de cada diez compradores que se acercaron a la cita provenían de fuera de la capital.

Entre los vendedores que repetían presencia, un número importante coincidía esta vez en que «la cosa ha estado más flojita». «Basta con mirar a la calle para ver que no ha sido lo de otras ediciones», se lamentaba Marisa Montecelo, incondicional durante varios años que señalaba, al igual que Bianca Mahmken, que «el mal tiempo y la paranoia por el coronavirus ha hecho que no sea ni parecido a anteriores ocasiones».