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África Azcona
Lunes, 12 de junio 2017, 09:02
La temperatura fue digna de agosto y, sin embargo, salieron logroñeses de todas las esquinas. Los 32 grados que llegaron a marcar por la mañana los termómetros no trastocaron el desarrollo del reparto del pez, pan y vino que, al tratarse de un festivo dominical, ... resultó más multitudinario que nunca. Se cocinaron nada menos que 35.000 peces pescados en las aguas riojanas de Viguera, 3.000 más que el año pasado en previsión de una mayor asistencia.
Y así fue. A las 11.15 horas (empezó a las 10) ya se habían repartido 5.000 raciones y a esa hora las filas ya doblaban la esquina de Once Ligero y, por el otro lado, daban la vuelta a las Escuelas Trevijano. Una marea humana que, sin embargo, fluía en perfecto orden y sin aglomeraciones. La agilidad en la distribución fue la nota dominante gracias a la pericia de los integrantes de la Cofradía del Pez, al frente de la cual actuó de maestro Lorenzo Cañas, ya con 42 años de 'reparto' a sus espaldas.
«Es un orgullo atender a los logroñeses, así que no nos importa pasar calor; es mejor esto que no la lluvia de los últimos años», decía al ver la respuesta de la gente. El cocinero, cofrade mayor desde hace dos años, permaneció atento a que la fritura alcanzara su justo punto de ebullición y que las bandejas fueran desfilando una detrás de la otra de camino a los amplios mostradores. «Lo importante es usar un buen aceite y que la trucha salga bien frita, a unos 180 grados». Quizás una temperatura no muy superior a la que se vivió ayer en la explanada del Revellín, por suerte rodeada de una amplia arboleda que vino muy bien para aguantar el rigor del día.
Durante toda la mañana se esperaban repartir 990 kilos de peces, que se tradujeron en 35.000 raciones de alevines de truchas, una cantidad similar de pan y 1.000 litros de vinos repartidos en jarritos. Unos recipientes, cuyos orígenes se remontan a finales del siglo XIX, que la Cofradía empezó a utilizar hace ahora 70 años.
El propósito, como recordaban, es «que nadie se quede sin participar en la tradición». Tampoco los centros de la tercera edad, a algunos de los cuales se les acercó el pez para que fueran partícipes de una tradición que recuerda los alimentos con los que, en 1521, los logroñeses resistieron el sitio de las tropas francesas. Un ritual que la Cofradía comienza cada 11 de junio con una misa en la iglesia de Santiago y almuerzo posterior, a base de migas con huevos, en El Moderno. A ellos se sumó por primera vez como cofrade Fernando Martínez Urigüen, de 55 años. Entró en diciembre como cofrade de honor (los de número tienen que ser nacidos en Logroño) y ayer exhibía con orgullo su nueva condición que con el tiempo le gustaría pasar a su hija. «Hay pocas mujeres...», advertía este bilbaíno que lleva «toda la vida en Logroño».
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