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Pilar Hidalgo
Domingo, 6 de noviembre 2016, 10:53
Cualquiera ayer levantaba sospechas en la plaza del Mercado de Logroño. «¿Ha practicado brujería en los últimos dos años? ¿Por qué echa fuego por la nariz?». A éstas y otras preguntas se tuvieron que enfrentar los tranquilos paseantes por el corazón del casco antiguo de ... la capital riojana.
Y es que la ciudad revivía un episodio lúgubre y tenebroso, para el que la desapacible jornada de ayer le brindó un marco inmejorable. Logroño evocó aquel 8 de noviembre de 1610 en el que, después de que la Santa Inquisición se personase en el pueblo navarro de Zugarramurdi, la ciudad riojana se convirtió en el escenario de un Auto de fe en el que se procesó a cuarenta personas y once murieron en la hoguera acusadas de brujería.
Las brujas de Zugarramurdi rinde homenaje a estos hombres y mujeres, injustamente ajusticiados por supuestamente haber cometido una herejía. Y es que un año después de que fueran pasto de las llamas, el propio inquisidor calificó como falsas la mayoría de las actuaciones atribuidas en concreto a estos brujos de la localidad navarra.
Los actos que durante este fin de semana rememoran el que fuera el mayor y último proceso contra la brujería de la historia de la Inquisición española comenzaron el viernes con un aquelarre de brujas y el reparto de una quemaida durante los últimos compases de su libertad.
Ayer los inquisidores comenzaron a seguirles la pista por cada recodo del Mercado del Auto de fe, el mercado barroco de brujería que hasta hoy llena de olores y sabores la plaza del Mercado de Logroño.
Chocolates y bisutería
Entre puestos de chocolates, ambientadores, repostería, bisutería o tés, los custodios de la fe fueron buscando con celo a todo el que evidenciase el menor signo de coquetear con la magia y los hechizos.
Incluidos los niños, sorprendidos por la diligencia con la que se estaba realizando esta labor inspectora, y que recibieron buena parte de las preguntas de la Santa Inquisición. «¡A la hoguera, a la hoguera con ella!», clamaban los inquisidores cada vez que encontraban una nueva víctima.
No en vano, tras la exhaustiva caza de brujas que tuvo lugar en el centro de la capital a media tarde, a los penitentes se los vistió después con el sambenito y el capirote para conducirlos por las calles para escarnio público.
La plaza de San Bartolomé acogería luego el momento más aciago, cuando estos señalados fueron sometidos a juicio y conducidos a la hoguera, recreando los dramáticos hechos acaecidos en 1610.
El concierto de Grimorium puso la última nota a una jornada que trae a la memoria un episodio negro en la historia de esta ciudad.
Hoy, última jornada de Las brujas de Zugarramurdi contará con el teatro itinerante El Inquisidor, a las 14 horas y, como colofón, un espectáculo de fuego denominado La máscara de la Muerte Roja, a las 21.30 horas. Simulará que, como castigo, una epidemia de peste negra se cernirá sobre Logroño.
La Asociación de Vecinos del Centro Histórico; los Ayuntamientos de Logroño, Bargota y Zugarramurdi; Héroes del Revellín; Guardia de Santiago; Voluntarios de Logroño; Asociación APIT La Rioja; Hierros Michel y Pueblos de Brujas (Sorginen Herria) organizan y colaboran en esta iniciativa, que desde el viernes y hasta hoy ha programado una serie de actividades culturales y lúdico-recreativas que se han encargado de llevar a efecto cerca de 200 personas.
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