África Azcona
Domingo, 4 de septiembre 2016, 19:59
El retraso en la apertura del Palacio de Justicia está provocando el desánimo entre los emprendedores instalados en sus alrededores, que están viendo reducidas sus expectativas de negocio ante los continuos aplazamientos de la fecha de inauguración. Las perspectivas no pueden ser mejores: se espera ... un tránsito de entre 1.000 y 1.500 personas diarias por este entorno, pero de momento esta zona llamada a ser la extensión natural del centro urbano sigue con su rutina de siempre. Inicialmente previstas para finales de este verano después de sucesivas demoras, el Gobierno admitió en julio que las instalaciones judiciales no entrarían en servicio hasta el último trimestre del 2016, pero, acostumbrados a esperar, los comerciantes siguen escépticos. «Yo llevo esperando dos años, siempre es que si ahora, que si luego, lo último que hemos oído es septiembre.», señala Enrique Rodríguez, que ha transformado una reconocida confitería que regentaban sus padres en una cafetería de degustación moderna y de diseño, en la que sigue ofreciendo los dulces que les dio fama. «Ahora lo que hace falta es que se abra esa puerta», dice señalando el acceso principal al Palacio que aparece justo enfrente. También su vecino de acera, Alejandro Sáenz, dueño de una tienda de ultramarinos con más de 60 años, animado por el ambiente que se vive en Murrieta va a emprender obras de mejora en el antiguo local. Él se lo toma con más tranquilidad. «Mis hijos no van a seguir el negocio, pero quiero renovar la tienda. La única pena es que tengo 57 años, si me pilla esto con 30 me hubiera comido el mundo...».
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Almudena Saiz también puso su punto de mira en esta zona cuando se enteró de que Murrieta iba a ser el destino de las nuevas dependencias judiciales. Su local 'Sensaciones', en la esquina de Murrieta con Beratúa, comenzó a funcionar hace un año como bar y cazuelas, aunque su intención es, si todo va bien, incorporar comidas. «El negocio lo vi claro. Lo primero que hice fue acudir a un asesor y luego pasarme por el Ayuntamiento para informarme de los permisos necesarios...». Por su parte, Sonia Sáez desembarcó hace 9 años en la calle Viveros animada por el agente inmobiliario que le vendió el local. «Iba a ser algo inminente», le dijo. Casi una década después junto a su centro de estética y peluquería Algem, en la calle Viveros, se levanta el espléndido edificio, aunque sin señales de actividad ni el ajetreo que se presumía ya por estas fechas. «Pero a estas alturas tengo claro que, después de lo que he aguantado, ya no me voy de aquí.».
Pero ellos no son los únicos que han llegado. En los últimos meses también se ha abierto un negocio de instalación y mantenimiento de fontanería, montaje de ascensores, mantenimiento eléctrico, se ha trasladado una carnicería. Además, la primera semana de septiembre se inaugurará una panadería degustación. Esto sin contar dos nuevos despachos de abogados a pie de calle y el proyecto de demolición del edificio de Murrieta, 39 para construir uno nuevo dedicado también a oficinas para profesionales del ámbito judicial.
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