Los hermanos Maribel y Carlos Mendizábal, propietarios de La Violeta y Menvi. / JUAN MARÍN

Punto final en Portales

Menvi y La Violeta, dos de los comercios más históricos del Casco Antiguo, cierran sus puertas

Jorge Alacid

Jueves, 30 de junio 2016, 20:43

Escribí hace unos meses este artículo. Una cruel primicia: allá en diciembre me avisaron de que cerraban Menvi y La Violeta y sentí una punzada de dolor nostálgico. Portales, que ha mudado su faz hasta quedar desfigurada la calle de toda la vida, perdía con ... su desaparición parte de su corazón comercial más castizo.

Publicidad

Así que hoy, cuando el cierre se convierte en definitivo, mientras me voy haciendo a la idea de que los hermanos Mendizábal abandonan sus respectivos puestos de vigía, me parece de justicia recordar su esfuerzo a quienes forjaron el Logroño de toda la vida. Su clase, su estilo, su donosura.

Carlos cabeceaba hace poco, mientras hilábamos tertulia y me transmitía su desdichado presagio por el futuro que aguarda a una calle convertida en parque temático para el turisteo. Repasó aquel artículo de hace medio año y me invade la melancolía. Sobre todo, porque temo que estas líneas que a continuación reproduzco no han perdido su triste vigencia.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Yo pensaba que Menvi era eterno. Yo pensaba de verdad que Menvi, y su hermana La Violeta, eran comercios perennes, que nos acompañarían mientras íbamos envejeciendo. Que estarían siempre al alcance de nuestros maravillados ojos, los que seguían alucinados cada cambio de escaparate: el dueño de Menvi se alzaba sobre una escalera infinita y se movía por las alturas con el desparpajo de un funambulista, concentrado pero con ligereza, con el aire grave de quien pone los cinco sentidos en lo que hace pero con la soltura que prestamos a los asuntos cotidianos. Izado sobre el segundo nivel de su interminable escaparate, don Carlos situaba las prendas según las exigencias de la mercadotecnia del siglo pasado, cuando esa distracción (mirar escaparates) suponía uno los raros momentos de ocio de las familias logroñesas. No se había inventado el concepto ludoteca, por supuesto, ni había pista de hielo (salvo el deslizante suelo del Espolón cuando escarchaba) y desde luego no se había implantado la actual dictadura infanto-juvenil que reclama de los padres acción continua, entretenimiento constante: al revés, entonces todo era a cámara lenta, como las operaciones ejecutadas en Menvi cada semana para relevar al jersey de angorina por un suéter de cuello alto, el pantalón de pana por el de tergal, las blusas de encaje por las camisas Oxford.

Delicados ejercicios que se han seguido ejecutando durante décadas ante nosotros. Uno paseaba por Portales, admiraba la tenacidad de tiendas como La Violeta, que se resistían a convertirse en reliquias, y llegaba hasta Menvi: si había suerte, tropezaba con el amigo Carlos cambiando el escaparate. Menvi, moda de altura, escribí una vez: en el piso superior aguardaban al potencial cliente las prendas enganchadas con mimo y alfileres a la pared, desplegadas en abanico, cada una con su etiqueta exhibiendo allá arriba su precio, que reclamaba de nosotros un esfuerzo adicional, el ceño fruncido y los ojos achinados, para distinguir cada tarifa. Nuestro oculista era feliz.

Publicidad

Hoy me entero de que Menvi no es eterno. Tampoco La Violeta. Siento la misma y enorme pena de cuando despedimos a Confel, Ideal, Santana, San Bernabé, Evans, Modas Coté, Creaciones Conchita y otras cuentas de aquel rosario comercial cuyos misterios una vez recitó una ciudad entera. Pararse ante sus escaparates representó durante tantos años el único pasatiempo disponible en un Logroño más bien aburrido. Ver al dueño de Menvi moviéndose con la sutil elegancia de una pantera por aquel piso superior, unos movimientos que tanto nos recordaban al empleado de Piazuelo con el inmemorial gancho en el sobaquillo haciéndose con el jamón colgado del techo, fue lo más parecido a la magia que conocimos antes de que llegara la televisión: precisas maniobras de cirujano, sentido del oficio, profesionalidad meticulosa y exacta...

Los nuevos hábitos de consumo se preparan para borrar el Logroño que fue de nuestra memoria

Virtudes que adornaron a una generación de comerciantes hoy superada por los nuevos hábitos de consumo que se preparan para borrar de nuestra memoria el Logroño que fue. Cuando hace un par de tardes me crucé con el amigo Carlos camino de su tienda, sentí un escalofrío profético que entonces no supe interpretar hasta que poco después me detuve ante sus escaparates y confirmé la intuición: adiós a Menvi y La Violeta. Las casas de apuestas se han puesto a funcionar: todo el mundo imagina que en la hermosa esquina de Portales con Marqués de Vallejo abrirá pronto un bar. Y seguro que en el elegante comercio junto al pasaje de Los Leones se inaugura cualquier tarde un bazar chino.

Publicidad

Lo que le faltaba a nuestra calle.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad