Jorge Alacid
Lunes, 16 de mayo 2016, 12:52
Hubo un tiempo en que los bares de Logroño tenían nombre propio. Una época durante la cual un ramillete de profesionales galvanizaron la hostelería logroñesa, la pusieron en el mapa que exigía el cambio de ciclo y adaptaron la realidad de las mejores barras al ... signo de los tiempos. Mediados los años 70, la capital de La Rioja se asomaba a las nuevas tendencias, que añadieron a la tipología propia de bares (los de toda la vida) un estilo distinto, así en la decoración como en el servicio. Una pujante pequeña burguesía reclamaba espacios renovados, una atención diferente, tragos y bocados más adaptados a esas exigencias. Para satisfacer tan creciente demanda nació una rica panoplia de negocios, impulsados por profesionales de la talla de Alfredo Barquín Trueba, que acaba de fallecer en Logroño a los 72 años. Deja viuda y dos hijos; también deja un recuerdo inolvidable entre quienes le trataron, tanto aquellos logroñeses a quienes atendió servicial desde los locales que regentó (el mítico restaurante La Merced o el legendario pub Robinson) como a sus compañeros en la Federación de Empresarios, donde pasó sus últimos años profesionales como responsable comercial hasta su jubilación.
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Precisamente, desde la FER llega a esta redacción un emocionado testimonio de las virtudes que adornaban al empresario recién desaparecido. "Destacaba por su magnífica atención al cliente, servicio exquisito y una voluntad de trabajo grandioso", relatan sus compañeros. "Ha sido un ejemplo para los trabajadores de la FER, por su constancia, su saber estar, su fortaleza y su ejemplo y espíritu de servicio", añaden. A Barquín le recordarán no sólo por su capacidad de trabajo ("Siempre dispuesto para todo con tal de ayudar a sus compañeros"), sino por pertenecer a una estirpe de logroñés caballeroso y educado que se bate en retirada. "Siempre inmaculado en la vestimenta, un caballero de los que ya quedan pocos", rememoran desde la FER.
A juicio de la patronal riojana, con la desaparición de Barquín "la hostelería pierde a uno de sus principales referentes de La Rioja". Es una opinión compartida: quienes le conocieron, por ejemplo, al frente del Robinson reconocerán su huella en la magnífica escuela de profesionales de la hostelería que allí se formaron. Un bar distinto, de donde salieron camareros distintos. Hasta hizo distintos a sus clientes. En resumen, un bar memorable. Tan memorable como el propio Barquín, en cuya memoria la iglesia de Valvanera oficia sus funerales este lunes (20 horas); la familia recibe en el Tanatorio Mémora Pastrana.
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