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ÁFRICA AZCONA
Domingo, 6 de diciembre 2015, 23:33
logroño. De una iglesia con goteras a un templo rehabilitado y un nuevo salón parroquial, que atrajo el interés del obispo de La Rioja, Juan José Omella, tras la reciente inauguración con la que se estrenaba oficialmente las obras y en la que apostó por cuidar el patrimonio religioso y convertir, como en este caso, «las iglesias locales en un lugar emblemático de los municipios». La parroquia de Santa Margarita, un edificio de los siglos XVI y XVII situado en el centro urbano del barrio con aires de pueblo que es El Cortijo, es noticia por la reforma que se ha llevado a cabo durante los últimos meses para sustituir la cubierta lateral, las ventanas y puertas. El tejado bajo y el de acceso a la bóveda eran de uralita y ocasionaban un grave problema de goteras en la sacristía, reparada hace tres años, e, incluso, habían obligado a cerrar algunas zonas por la humedad. «No afectaba al cuerpo central de la iglesia, pero no podíamos seguir así», comenta el párroco, José Andrés Pérez Garrido al explicar los detalles de la reforma que, además de restauración total de las cubiertas, ha incluido la reconversión de un viejo cuarto que hacía la función de almacén («estaba todo amontonado, bancos rotos, figuras de belén rotas...») en una acogedora sala de reuniones. La sala, que ahora luce vigas de madera, acogía el domingo, día 22, a un nutrido grupo de autoridades, con la alcaldesa a la cabeza. «Tradicionalmente el Ayuntamiento financiaba obras del casco antiguo, pero les pedimos sumarnos porque la del Cortijo también es una iglesia histórica...».
Finalmente lograron los apoyos. El Ayuntamiento aportó 35.000 euros de los 43.000 presupuestados y el resto, a cuenta de la parroquia. «Hemos pagado con las aportaciones de los feligreses y de lo que nos quedó de la venta de la casa parroquial». Las obras, realizadas por Marova Constructora y dirigidas por José Ignacio Amat, han consistido también en la limpieza y arreglo de la piedra de los muros exteriores, en las zonas que estaban estructuralmente mal, con las juntas sin argamasa. En definitiva, ha sido un profundo 'lavado de cara', que incluye la recuperación del reloj de la fachada y la mejora de la accesibilidad, pero que no ha afectado al interior del templo.
En la nave central, en la que se puede admirar un bonito retablo, así como una destacada colección de pinturas del siglo XVII y XVII, las celebraciones litúrgicas se han reducido a la mínima expresión, con una misa los domingos, a la una. Este año se han celebrado cinco funerales y tres bautizos. No hay bodas desde el 2010, aunque hay una comprometida para el 2016. Lejos quedan ya los grandes eventos religiosos. De aquella época se conservan los bastones y andas que acompañaban al cortejo procesional guardados en un gran cajón junto a la escalera que conduce a la bóveda. «Pero no creo que se vuelvan a sacar», comenta sin la menor duda el párroco. Como tampoco cree que se vuelvan a sacar del gran arcón que las acoge las piezas desmontadas del tornavoz, el sombrero del púlpito. «Son del siglo XVIII y las guardamos por si algún día se restauran, pero....».
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