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Belén Martínez-Zaporta
Lunes, 23 de marzo 2015, 21:31
No formaban parte de la figura de la ciudad desde 1954. Se tomó la decisión de retirar los dos remates de las torres del edificio, actual sede del Instituto de Estudios Riojanos, por seguridad. Seguro que no fue fácil deshacerse de los chapiteles, porque la imagen del Palacio se desdibujó. Muchos de los que hoy los miramos con curiosidad al pasar no los habíamos visto nunca.
Desde el pasado mes de octubre, cuando se anunció su regreso , Logroño los esperaba. Ya en febrero, se explicó que cuando la meteorología mejorara se utilizaría una grúa para realizar los trabajos de altura. El día 20 el tiempo dio un respiro y la expectación en aquel momento fue máxima. Se vivió el espectáculo histórico en la calle. Con el teléfono en la mano, la cámara al hombro y la emoción en la mirada, los logroñeses asistieron a la colocación de los chapiteles . Se hizo con todo el mimo y cuidado, que requerían, hubo que levantar los 2.500 kilos que pesaban cada uno.
Este martes, a las 18 horas, se les vuelve a dar el lugar que merecen en la historia de la ciudad. El presidente del Gobierno riojano, Pedro Sanz, inaugura de forma oficial la sede del Instituto de Estudios Riojanos tras las obras de rehabilitación de Los Chapiteles. En el acto le acompañará Abel Bayo, consejero de Educación, Cultura y Turismo.
Seis años de obras
La vida de los chapiteles ha sido azarosa, de eso no hay duda. Fueron piezas protagonistas en el Palacio en el siglo XVIII, entonces se colocaron, pero esta construcción tiene su origen en el siglo XVI, cuando la edificación era símbolo de esplendor en Logroño y tras sus muros se desarrollaba la vida de la familia Jiménez de Enciso. Dos siglos después, pasó a manos del marqués de Someruelos.
El regidor Tadeo Salvador lo compró después, también los emblemáticos chapiteles, ya que lo adquirió en el siglo XIX, por 10.000 duros, una cantidad que ahora nos suena extraña. Así se convirtió en el Consistorio logroñés.
Los chapiteles se modificaron durante aquellos siglos, antes de que el Ayuntamiento de Logroño se viera obligado a hacerlos desaparecer. El aspecto que hoy lucen es el resultado del estudio de numerosos documentos históricos como planos municipales del edificio y fotografías antiguas de diseños, como ya explicaba Diario LA RIOJA en artículos anteriores. Para que no pierdan su belleza actual se han recubierto con chapas de cinc, la intención es protegerlos de las lluvias y otros fenómenos climatológicos habituales en la capital riojana.
El proyecto, dirigido por la arquitecta Ana María Hurtado Carrillo, ha solucionado algunos problemas que tenía el Palacio, desde desprendimientos de elementos de piedra en las fachadas, a humedades y moho en algunas zonas, así como el deterioro de la balaustrada principal, y el mal estado del revestimiento de mortero en el patio interior. Seis años ha durado la reforma que se inició en el 2009.
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