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María José Lumbreras.
Lunes, 14 de abril 2014, 11:07
No remonta. La población del centro histórico de la capital no sólo no aumenta, sino que ha ido disminuyendo, sobre todo en el último año. La Unidad de Casco Antiguo del Ayuntamiento, la que realiza su trabajo en la zona, a pie de calle, apunta ... en su memoria anual que «la tendencia más acusada, ya apuntada desde hace unos años, ha ido confirmándose: la población del Casco Antiguo disminuye sin que los factores que podrían considerarse favorables se consoliden y creen una nueva tendencia que la contrarreste».
En los últimos tiempos se han entregado las viviendas del plan Herrerías, el plan Carnicerías no se ha terminado y la intervención prevista entre las calles Mayor y Puente ha fracasado, repasan los técnicos que conforman la unidad municipal. Esto quiere decir que el número de viviendas en la zona no sólo no ha crecido, sino que se ha reducido porque las que estaban en marcha se estaban computando y además hay que sumar algunas demoliciones.
Descontando las 94 que están en construcción, el número de viviendas vacías alcanza el 48%, mientras que la población, a fecha de febrero del 2014, se encuentra en 3.516 habitantes.
¿Qué fenómenos inciden en el descenso de población? Los técnicos municipales consideran que la movilidad que iba vaciando la zona y que era una constante desde finales del XIX ha quedado paliada por la inmigración y que la aportación de la población extranjera de las últimas dos décadas ha ralentizado la pérdida de vecinos del Casco Antiguo. En algunas de sus áreas, han llegado a ser el 25 por ciento de la población total, cuentan ellos.
Sin embargo, en los últimos dos años, la pérdida de población del Casco Antiguo corresponde, en el 83% de los casos, también a extranjeros. Aunque el saldo migratorio ha aparecido como favorable para el Casco Antiguo en los últimos años, en el conjunto del país ya entró en cifras negativas en el año 2010, repasan en su memoria.
Familias jóvenes
Y no es solo que llegaran familias de otros países en busca de viviendas más asequibles, sino que además se trataba de familias jóvenes. ¿Qué ha pasado ahora? Que la tasa de dependencia, es decir, la relación entre la población productiva y la dependiente, que hasta hace tres años era menor en el centro histórico que en el resto de la ciudad y del país (un 44% frente al 47%) gracias al aporte migratorio, se sitúa ya por encima, de manera que ha pasado al 52 frente a la media nacional del 51. Traducido, sin que disminuyan ni las franjas de mayores ni las de menores, la población envejece porque en las franjas productivas hay menos gente.
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