Las tres decepciones de Miguel Santos antes de la gloria

«Sentimos que habían jugado con nosotros, con nuestra ilusión. Más que tristeza era rabia», recuerda Miguel Santos de esa fase de ascenso, la primera lograda por la entidad de la mano de Carlos Pouso. «En lo futbolístico, era imposible que nos ganasen. Estábamos siendo mucho mejores, incluso con nueve tuvimos la oportunidad de ganar», recuerda. Pero la pésima actuación arbitral acabó con el sueño y abrió el camino al viaje más largo: «En el autobús estábamos hundidos, con cara de tontos. No lo podíamos creer».

El lateral zamorano se había ganado la titularidad durante todo el curso. Jugó los 180 minutos en el triunfo sobre el Villarreal B y también había completado los 90 en Las Gaunas en la ida ante el Sevilla Atlético. Pero la fatalidad se le apareció en el minuto 17. Lo que para muchos fue un infierno de calor y decepción, para Miguel Santos resultó un averno de meses de gimnasio para superar la rotura de ligamentos de rodilla que sufrió ese fatídico día.

En las imágenes no aparece. Ni pudo casi consolarse con sus compañeros porque él estaba en el hospital. «Fui a Sevilla en el autobús junto a mis compañeros, con la ilusión de remontar y hacer algo grande», rememora. «Y volví en el coche con mis padres, hundido y destrozado, con una lesión grave», incide. Fueron los momentos más duros para el lateral, pero salió adelante con trabajo y volvió con más ganas de subir.

La fase de ascenso de la pasada temporada, Miguel Santos la vivió casi en su totalidad en el banquillo. Solo pudo disputar 9 minutos en Las Gaunas para lograr el 3-3 que sentenciaba al Badajoz y abría la puerta a recibir al Hércules, ante el que no pudo disfrutar de un solo minuto.

A pesar de todo, recuerda con especial cariño esos días de junio. «Logramos ponernos por delante, luego nos remontaron y, en Las Gaunas, no pudimos ante un Hércules que se cerró muy bien», explica. Pero más que lo futbolístico, Santos destaca lo que significó para el club el partido de vuelta ante los alicantinos:«Ese día no fue una derrota, sino una victoria. Gracias a lo que vivimos en Repúbica Argentina, a lo que sintió Logroño, estamos donde estamos ahora. Me sentí orgulloso de lo que viví, del trabajo de muchos años, de mucha gente, que ahora tiene premio».