Los principios de Groucho

En la identidad de esta Unión Deportiva Logroñés dirigida por el técnico riojano está el buen trato al balón. El golpeo en largo está prohibido en este equipo. Era admirable ver -especialmente en la primera mitad- cómo Yari, pese a la presión alta que ejercían los puntas del Fuenlabrada, miraba a los lados y buscaba a un compañero, a apenas unos centímetros, para ponerle el balón en el pie e iniciar la jugada desde casi la propia línea de fondo.

Durante cuarenta y cinco minutos, ese planteamiento le rompió los esquemas a Sandoval que no supo cómo superar al modesto Logroñés. La mejor expresión de ese juego bonito de los blanquirrojos está en la brillante combinación que dio lugar a la ocasión errada por Rubén Martínez en la primera mitad.

Es cierto que en la segunda, aunque el Logroñés mantuvo su planteamiento de toque y conducción, se vio empujado por un Fuenlabrada que le obligó a retroceder unos metros y acoger en su campo la mayor parte del juego.

Pero los blanquirrojos aguantaron y gustaron con ese 'otro' equipo que Sergio alineó en el Fernando Torres. Un equipo en el que no estaban dos hombres que antes se adivinaban insustituibles como eran Errasti y Olaetxea, pero sí estaba una defensa en la que volvió el najerino Bobadilla para ejercer de jefe entre Gorka y el joven Clemente, y que sin un despeje en largo o un balonazo sin criterio consiguieron anular el ataque del Fuenlabrada.