La Unión Deportiva Logroñés es un coche en marcha. Nada más coger la larga autovía de la Segunda División sufrió un frenazo brusco cuando a punto estaba de recalar con buenas sensaciones a su primera parada. Un pase de Manu y un golazo de Djuka ... fueron como un reventón en la rueda. Ahí, en esa desilusión, se cayó el cartel con la 'L' que colgaba en la luna del cristal blanquirrojo. A la fuerza, la UD Logroñés ha aprendido a cambiar la rueda, a no desvanecerse tras el primer varapalo y a mirar siempre adelante de esa prolongadísima ruta de 42 jornadas.
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Ocho futbolistas de la plantilla de Sergio Rodríguez debutaban en la categoría en El Molinón. Para ellos quedará siempre el recuerdo agridulce de ese estreno en el profesionalismo, una enseñanza de las amarguras que se esconden tras la miel. «En el fútbol, las alegrías están contadas y hay que disfrutarlas», reflexiona Rubén Martínez, uno de los que por fin llegó a la meta. Con 30 años y diez temporadas en Segunda B, el balear habia soñado muchas veces con ese día. «Desde los 18 años estoy fuera de casa. Ha costado lo suyo, pero con esfuerzo y sufrimiento acabas logrando la recompensa», explica. «Desde que llegué a Logroño mi objetivo era subir al fútbol profesional con el Logroñés. Se ha cumplido, pero ahora, sabiendo que habrá momentos buenos y malos, debemos disfrutar con ambición, partiendo siempre del bloque», añade.
Mucho más joven y de la casa es Pablo Bobadilla, otro de los que vivió un encuentro muy especial. «Para mí no era solo un debut en Segunda, sino sentirme futbolista después de un año muy malo. Estoy orgulloso de haberlo podido lograr», indica antes de reconocer que, a pesar de lo positivo en su cabeza siempre estará la derrota: «Mi cambio era para cerrar el partido. Y, con más o menos culpa, te hacen el gol al poco de salir». «Lo que no te mata te hace más fuerte y nos toca aprender de lo vivido», reflexiona.
Con su perfil de juventud debutante también encaja Iago López. El Girona lo cedió el año pasado para que creciese en Las Gaunas. Y repite para formarse en la Liga Smartbank y retornar a un club catalán que ambiciona todo. «El primer partido creo que nos ha dado seguridad. Ves la dinámica de la categoría y, poco a poco, te vas haciendo», comenta. «Subir supone enfrentarte a mejores futbolistas, que el balón vaya más rápido, que debas estar más concentrado....». Pero eso no amilanó al gallego («sentí lo mismo que en Segunda B, pero aprendí que los errores se pagan más caros») ni tampoco a Jaime Sierra, otro recién llegado a Segunda.
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«Debuté en Primera con el Leganés, pero esto es diferente. Vamos acostumbrándonos a entender que hay que ser más fuertes y seguros. En nada tomaremos la medida a la categoría», dice sobre un fútbol en el que «hay más ojos viéndote». Tampoco Sierra, a pesar de esa mayor presión, sintió hormigueo. «Antes no hablamos de los debuts, sí después cuando nos dieron la enhorabuena. Pero solo pensábamos en ese partido y ahora, en el Castellón», recalca.
Como en el caso de Rubén Martínez, otros blanquirrojos que se quitaban la 'L' en El Molinón ya eran viejos conocidos de Segunda B. Ander Vitoria, con 30 años y nueve cursos en el pozo de bronce, sintió emoción. «Es un momento bonito debutar con el Logroñés en Segunda en un estadio mítico. Son muchos años en Segunda B para el club y para mí y se trata de un paso adelante», explica. «Ahora debemos afianzarnos en la categoría en la que el Logroñés debe estar», añade. El otro delantero, David González 'Roni' también vivió, a los 27 años, un momento especial en su tierra, aunque «hubiese preferido el Tartiere», bromea. «Es un salto muy importante, te das cuenta de que todos son fuertes, son rápidos... nos toca adaptarnos lo antes posible», continúa el delantero.
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Tras el descanso dominical, la plantilla de la UDLogroñés vuelve hoy al trabajo. Por delante, cinco sesiones de trabajo para preparar el encuentro del sábado (18.15 horas) ante el Castellón, el que servirá de estreno en la categoría para Las Gaunas y en el que el césped estará de nuevo bajo la lupa. Después de unos días de trabajo muy intenso, a Sergio Rodríguez le toca ahora afinar a sus futbolistas para medirse a un adversario al que conocen bien después del pasado 'play off' en julio.
Pero también es el momento de mover ficha en los despachos. Quedan 14 días para cerrar la plantilla. El día 5 de octubre, la UDL deberá contar con una plantilla reforzada en un entorno muy competitivo.
Otros dos blanquirrojos curtidos pero más jóvenes, Gorka Pérez y Zelu, también han apuntado en rojo la fecha del 12 de septiembre. «Siempre has luchado por ese objetivo y lo cumples. Es bonito», recalca el central que reconoce que no sufrió nervios.
Y Zelu es claro. «Viví el sueño de todo futbolista, desde que empiezas en el barro. Te sientes profesional y es un orgullo», reconoce. Pero el andaluz solo sintió una diferencia: «La intensidad y la concentración. Puedes estar 88 minutos sin un error y, al final, si aparece, te puede penalizar».
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Lección aprendida. La UDL ha perdido su bisoñez, aunque costase un mal trago.
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