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Llegaron el viernes, y se quedarán cuatro días. Mucho viaje y pocos días para ir a la playa hasta Málaga, se podría decir. Pero ellos tenían otro interés: estar en La Rosaleda, donde la UD Logroñés se jugaba el ascenso ante el Castellón.
Quien dice « ... estar en La Rosaleda» se refiere a «estar fuera de La Rosaleda», porque, como es bien sabido, el coronavirus ha obligado a que el partido, como todos en este extraño final de temporada, se juegue a puerta cerrada.
Pero ahí han estado: con sus banderas de la peña Lardero, localidad de la que vienen la mayoría, aunque alguna bufanda de El Villar de Arnedo se dejaba ver. Y con la garganta, por ahora, intacta: «Logroñés te quiero, te vengo a ver... ascender».
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