La ecuación de Azkargorta

Bajo esa premisa, ayer en el Estadio Insular no hubo fútbol. Los dos equipos estuvieron desordenados. Las Palmas desarboló a los blanquirrojos en los minutos previos al primer gol y encontró el premio en una jugada que sólo siendo muy generoso se puede calificar de talentosa y lo mismo ocurrió en el segundo gol amarillo. Las concesiones defensivas en Segunda A se pagan con puntos.

Ayer en Canarias el único que apuntó a lo que el diccionario de la Real Academia de la Lengua define como talento (la capacidad para el desempeño de una actividad) fue Zelu. Intentó encarar y desbordar, y siempre con el balón pegado al césped, un hecho noticioso en un partido -en el que principalmente en los primeros cuarenta y cinco minutos- debió provocar más de un dolor de cervicales a todos esos que olvidaron que al fútbol se juega más con el pie que con la cabeza.

En la segunda mitad, al menos, aún hubo alguna jugada de cierto mérito pero no llegó a talento. Ni siquiera la acción de Mendes estuvo caracterizada por el talento, el gol de Araujo fue más una cuestión de fuerza.

El penalti final maquilla un resultado justo y que aventura un sufrimiento lógico para un recién ascendido de presupuesto modesto. Las Palmas fue ayer un rival de más empaque que Castellón o Sporting, pero el Logroñés necesita más para poder seguir compitiendo.