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La mejor racha de la Liga SmartBank es la de la UD Logroñés: cuatro victorias consecutivas en un mes auténticamente espectacular. Quién lo iba a decir a finales de septiembre, cuando el conjunto coqueteaba con los puestos de descenso. Impensable. Pero el equipo riojano ... lo logró. Este domingo, por la mínima. Otra vez, como la semana pasada en Cartagena. Y nuevamente a seis minutos del final y con Ander Vitoria como protagonista, aunque esta vez el delantero vasco estuviese esperando entrar al campo. Leo Ruiz ya sabía que iba a participar en la última jugada personal. Y se despidió a lo grande, colocando el balón en la escuadra, allí donde descansan las telarañas.
Pero el gol que dio el triunfo al Logroñés este domingo en el patatal de Las Gaunas, que se cobró una nueva víctima en la persona de Paulino a los 37 minutos, no es fruto de la casualidad. Ni mucho menos. Es algo ensayado hasta la saciedad, una jugada interiorizada por los blanquirrojos, un sello de calidad del equipo riojano. Un automatismo, unos toques muy practicados y precisos, una trayectoria del lateral izquierdo -Iñaki- por la banda, un pase de la muerte y la caricia con la bota derecha al ángulo. Un golazo marca de la casa, con Denominación de Origen Sergio Rodríguez.
Pero lo auténticamente hermoso de esa jugada, más allá de la exquisita definición, es que se ejecuta en el minuto 84, cuando el equipo riojano estaba acorralado, defendiéndose bien, pero encerrado en su campo. Tiqui, taca, centro y gol. Y un nuevo triunfo de los automatismos del Logroñés, que poco a poco aprovecha la corriente para hacer suyo el objetivo de la permanencia.
Hasta el momento del tanto de Leo Ruiz, la UD Logroñés prácticamente no había chutado entre los tres palos del gallego/escocés Ian Mackay -nada que ver con el delantero holandés Roy Makaay, que también jugó en el Dépor-. En la primera parte, el equipo local tuvo más posesión, mejores ideas pero mal ejecutadas ante un Sabadell inerte, que solo jugó a defenderse. Y lo hizo bien el bloque catalán.
En los siguientes 45 minutos, las tornas cambiaron. A la UD Logroñés pareció acabársele la gasolina en los vestuarios. El platinado Stoichkov comenzó a sentirse cómodo y el equipo arlequinado metió al blanquirrojo en su campo. Pero allí también aparecieron los automatismos. Esta vez los defensivos. También hizo acto de presencia en Las Gaunas el travesaño de Santamaría, que descargó lejos el zurdazo de Edgar. Un portero, por cierto, que le ha ganado el reñido primer asalto a su compañero Rubén Miño. O eso dio a entender Sergio Rodríguez colocándole en el once inicial. A la UD Logroñés le costó salir de ese asedio catalán. Evidentemente sufría el cuadro riojano pero se mantenía en pie en el campo de minas verde.
Y llegó lo mejor. A pocos metros de donde aguardaba Ander Vitoria, Olaetxea e Iñaki pergeñaban la jugada previa al gol. El de Calahorra se quedaba libre, se iba de un defensor, centraba al semicírculo donde esperaba Ruiz para marcar. Un automatismo, como el que está creando la UD Logroñés con los triunfos.
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